Después del escándalo suscitado esta última semana con la publicación de una posible financiación de la campaña de Sarkozy por parte de Gadafi, nuevas noticias sobre irregulares financiaciones de las elecciones francesas, aparecen durante la segunda y definitiva vuelta a la Presidencia de la República.
Se trataría del uso de cierta presión judicial a mandatarios africanos para que colaboren con los gastos de la campaña más reñida que se recuerda.
En marzo de 2007, Daniel Lebègue interpuso una demanda en nombre de Transparency International contra Omar Bongo presidente de Gabón, contra Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, y contra Denis Sassou Nguesso, presidente del Congo, bajo la acusación de «ocultamiento y malversación de fondos públicos».
Aunque la amplió el 2 de diciembre de 2008, de manera sorprendente, cambión de opinión y al final solo la mantuvo activa contra «Teodorín», el hijo mayor del Presidente de Guinea Ecuatorial.
Las causas para que Lebègue se olvidara de Gabón y del Congo y solo se centrara en Guinea no han sido del todo «transparentes». Por un lado la presión que Francia pretende realizar sobre Guinea para que renueve las licencias de explotación rebajando sustancialmente el canon fijado y por otro, porque el presidente Obiang lleva tiempo mostrando pública simpatía por el candidato socialdemócrata François Hollande y se ha negado a colaborar generosamente a los fondos de los partidos en las últimas campañas a las elecciones generales, como si parece haberlo hecho el Congo, Gabón y otros países francófonos más receptivos a estas sugerencias.
Daniel Lebègue siempre ha sido un veterano hombre al servicio de los intereses del Estado francés, que ha compaginado tareas oficiales con lucrativos puestos en empresas, las cuales le han granjeado la saneada fortuna de la que ahora disfruta sin rubor.
Ha llovido mucho desde que Lebègue fue Agregado de 1974 a 1976 de la Embajada de Francia en Japón hasta que fue acusado de espionaje y se recomendó la salida del país. Ha sido consejero para asuntos estratégicos técnico del primer ministro Pierre Mauroy, Director del Tesoro, del Banque Nationale de París y de la Caisse des Dépôts et Consignations (CDC), institución financiera pública que vela por los intereses franceses.
Todas estas funciones de hombre de estado, Lebègue las compagina con la dirección de Alcatel, de Credit Agricole SA, de Scor (grupo de Reaseguros) y de Technip, donde además es Presidente del Comité de Auditores.
Technip es una firma francesa de ingeniería, con sede en París, dedicada a la construcción de plantas petrolíferas. En el 2010 entró en Guinea con la firma de dos contratos a través de la petrolera norteamericana Noble Energy, que ascendió a 230 millones de $US.
Hasta que una firma china se hizo cargo de las telecomunicaciones en Guinea, France Telecom y Alcatel tenían prácticamente el monopolio de telecomunicaciones en dicho país, en base a un concierto modulado en fases, con un coste superior a los 400 millones de €.
Aunque sendos contratos millonarios se realizaron con empresas en las que Lebègue tiene una clara relación directa, no aparecen detalles de los mismos en la denuncia que realizó sobre pagos de sobornos a mandatarios africanos, entre ellos los de Guinea, con ocasión de contratos y adjudicación de explotaciones y concesiones de sus respectivos países.
No es la primera vez que denuncias dirigidas, coinciden con los intereses de Sarkozy. En noviembre 2010, Robert Bourgi, un abogado de origen libanés, nacido en Dakar, Senegal, que fue consejero de Chirac, presentó denuncia contra varios dirigentes africanos, por haber financiado ilegalmente la campaña electoral del expresidente Jacques Chirac, «mediante el envío de maletas llenas de billetes».
Días antes Bourgi, se reunión en secreto con Cristian Frémont, Jefe de Gabinete y persona de total confianza del Presidente Sarkozy y su representante en el Principado de Andorra.
Esta denuncia paralizó los movimientos internos que dentro de la derecha, cuestionaban la conveniencia de que fuera Sarkozy el candidato a la Presidencia en 2012 y trataba de aupar a otras opciones con más gancho, frente a una izquierda que se fortalecía, como se demostró, a pesar del escándalo de Strauss-Khan acaecido a principios de 2011.
De cumplirse las predicciones que dan como vencedor a François Hollande, al entorno de Sarkozy le preocupa una investigación independiente y ya no controlada por el aparato de su partido, que pueda desvelar, no solo la financiación desmentida de Gadafi, sino la africana, arrancada con métodos poco ortodoxos, como denuncias de corrupción y acciones judiciales, que desaparecían cuando se doblegaban voluntades en duda.