Mali se está viendo todavía más arrastrada a una guerra de guerrillas que enfrenta a terroristas islamistas con efectivos regulares franceses y sus aliados africanos. Las novedades más recientes incluyen crónicas de que, tras los ataques aéreos, hay tropas francesas implicadas en los primeros combates terrestres.
De forma muy predecible a pesar de su retórica hostil — un guerrillero de Al Qaeda en el Magreb Islámico declaraba a un periodista occidental que «Incluso si vienen como armas atómicas, nosotros vamos a defender el terreno. Esto será peor que Afganistán» — los guerrilleros rebeldes están prefiriendo en general pasar desapercibidos antes que plantar cara a las fuerzas francesas mejor entrenadas y mejor armadas.
Esto está sacado directamente del manual de guerrillas. Como aconsejaba Mao Zedong: «Cuando el enemigo avance, retrocede; cuando el enemigo acampe, hostiga; cuando el enemigo se canse, ataca; cuando el enemigo se retire, persíguele».
Mientras esperan a que el enemigo — en este caso los franceses — se agote, los insurgentes atacan objetivos más fáciles en otras direcciones. De ahí que se hayan aventurado en Argelia a secuestrar a extranjeros empleados en la industria del crudo, incluyendo ciudadanos norteamericanos, británicos y franceses. Si bien esta operación de secuestro ha saltado a los titulares, supone un error de cálculo por parte de los insurgentes.
Para empezar, no hace sino reforzar la percepción generalizada en África y Occidente de que los terroristas son salvajes a los que hay que oponerse, al tiempo que no se hace nada por minar la posición francesa, que seguirá siendo ofensiva.
Más curiosamente, esta actuación criminal se arriesga a ampliar el número de enemigos al que tendrán que enfrentarse los rebeldes. Al haber violado la soberanía argelina, los islamistas de Mali se exponen a arrastrar al conflicto y en su contra a las fuerzas armadas de Argelia, que reprimieron un levantamiento islamista en su propio suelo durante la década de los 90 con considerable eficacia y brutalidad. Y al secuestrar a estadounidenses, podrían inducir al futuro despliegue de las Fuerzas Especiales norteamericanas para rescatar rehenes y apoyar a las tropas francesas. De ahí que los rebeldes hayan hecho en la práctica un regalo a sus enemigos.
Esto no significa, sin embargo, que la campaña vaya a terminar pronto. Una cosa es que los franceses arrebaten a los rebeldes unos cuantos municipios. Otra totalmente diferente y más difícil será asegurar la zona e impedir que los rebeldes recuperen el control de las regiones urbanas en cuanto los efectivos militares franceses se hayan marchado. Como destaco en mi nuevo libro Los ejércitos invisibles, el período de vigencia medio de una insurgencia desde 1945 ha sido de unos 10 años. El conflicto de Mali, con independencia del resultado de las batallas que se están librando actualmente, tiene todavía mucho por delante.
Max Boot es historiador y analista del Council on Foreign Relations