Los fanáticos islamistas pagan entre 300 y 600 euros al mes a cada rebelde, algunos de ellos niños de 12 años armados con fusiles de asalto AK47
El ministro de Exteriores de Mali aseguró este 4 de febrero de 2013 que su país no buscará un acuerdo de paz con los cerca de 8.000 «narco-yihadistas» a quienes combaten en el norte con el inextimable y decisivo aspoyo del Ejército francés.
Tiéman Hubert Coulibaly aboga por estabilizar la región y dotarla de «una economía de sustitución» a la subsistencia criminal.
«Hemos intentado construir una democracia que han destruido los grupos narco-yihadistas«, declaró Coulibaly en una conferencia pronunciada en la universidad Science-Po de París, donde aseguró que una paz entre Mali y Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) «no es posible».
«No construiremos ninguna zona económica próspera en una área inestable», subrayó Coulibaly ante varios cientos de estudiantes de ciencias políticas, a quienes explicó que los fanáticos islamistas pagan entre 300 y 600 euros al mes a cada rebelde, algunos de ellos niños de 12 años armados con fusiles de asalto AK47.
FRANCIA APRIETA EL DOGAL
La guerra de Malí ha entrado este lunes de lleno en su segunda fase.
El nuevo teatro de operaciones es la región de Kidal; el objetivo es destruir los refugios de los terroristas escondidos en el extremo noreste del país y, cuando sea posible, liberar a los siete rehenes franceses que según París permanecen secuestrados en esa zona de Malí.
Para ello, París cuenta con un nuevo aliado: los grupos armados tuaregs se han atribuido el arresto, muy cerca de Argelia, de Mohamed Moussa, número tres del grupo islamista Ansar Dine (Defensores de la Fe) que sembró durante meses el terror en Tombuctú, y de otro importante yihadista.
El ejército francés ha intensificado los bombardeos sobre el macizo montañoso de las Iforas, situado 1.500 kilómetros al noreste de Bamako y cerca de la frontera argelina, mientras desde la liberada Gao llegaban helicópteros de asalto y aviones de transporte con fuerzas especiales a bordo.