El Ejército, en alerta tras la muerte de un soldado en Sinaí
Egipto vivió este 5 julio 2013 un sangriento «viernes de furia», cuando decenas de miles de islamistas, partidarios del ex presidente Mohammed Morsi, se lanzaron a las calles para expresar su ira contra el golpe de Estado que el miércoles pasado derrocó al primer líder democráticamente elegido del país.
En varios puntos del país, donde anoche tanques blindados resguardaban una tensa calma, los manifestantes se enfrentaron con partidarios del nuevo gobierno y con las fuerzas armadas, en choques que dejaron por lo menos 30 muertos y más de 500 heridos. Fue la jornada más sangrienta desde que comenzaron las marchas contra el desmanejo económico y el creciente autoritarismo de Morsi, hace poco más de una semana.
Mientras las calles del país más poderoso de la región ardían, Adly Mansur, el presidente interino designado por las fuerzas armadas tras el derrocamiento de Morsi, anunció la disolución de la Cámara alta del parlamento, dominada por islamistas, que ejercía la totalidad del poder legislativo desde la disolución de la Cámara de diputados, el año pasado.
Por su parte, Mohammed Badie, el líder de los Hermanos Musulmanes, la poderosa organización a la que pertenece Morsi, prometió en un tono desafiante mantener la lucha y seguir en las calles hasta que el ejército libere al ex mandatario y restaure el orden que había antes del golpe.
Las protestas comenzaron tras el rezo del mediodía, cuando una marea de islamistas respondió a la convocatoria de los Hermanos Musulmanes de salir a las calles para defender la legitimidad de Morsi.
La movilización empezó de forma pacífica, pero cuando miles de islamistas comenzaron a marchar hacia el cuartel principal de la Guardia Republicana, donde se cree que está retenido el ex presidente, los soldados abrieron fuego y mataron a cuatro personas. Por la mañana, el Ministerio del Interior había advertido que respondería con «firmeza» a posibles disturbios.
Poco después, en una dramática aparición pública desde un escenario en una mezquita de El Cairo, Badie, que se creía que había sido arrestado anteayer, prometió que el presidente volverá. «Dios hizo que Morsi resultara victorioso y lo traerá de vuelta al palacio», dijo Badie, frente a una multitud de entusiastas partidarios. «Somos sus soldados y lo defenderemos con nuestras vidas», agregó.
Por otro lado, si bien el gobierno interino liberó ayer a dos importantes líderes de los Hermanos Musulmanes, arrestó anoche a su número dos y ex candidato presidencial, Jairat al-Shater, por «incitación a la violencia».
Después del golpe militar, las autoridades lanzaron alrededor de 300 órdenes de captura contra miembros de los Hermanos Musulmanes.
Tras el discurso de Badie, cuando comenzaba a caer la noche, los islamistas se congregaron en el puente 6 de Octubre, sobre el Nilo, para marchar rumbo a la mítica plaza Tahrir, donde desde hace días se encuentran congregadas miles de personas que secundaron el golpe y activistas revolucionarios a favor del ejército.
Las inmediaciones de la zona pronto se convirtieron en un campo de batalla, hasta que finalmente el ejército desplegó tanques para controlar los enfrentamientos.
En otras ciudades del país, como Alejandría, Luxor y Damanhur, también miles de personas salieron ayer a las calles para demandar la restitución de Morsi. En Alejandría, 12 personas murieron y más de 200 resultaron heridas cuando miles de islamistas acudieron a un mitin de los opositores del depuesto presidente en la ciudad y abrieron fuego.
Tropas desplegadas en Suez y el sur de la península del Sinaí, en tanto, fueron puestas en alerta máxima después de que se produjeran ataques contra el ejército en puestos de control y en el aeropuerto en el norte del Sinaí. Tras estos ataques, Egipto cerró indefinidamente el paso de Rafah con la Franja de Gaza.
Los militares depusieron el miércoles a Morsi, después de que millones de egipcios protestaran durante cuatro días exigiendo su renuncia y afirmando que malgastó su mandato electoral al dejar el poder en manos de los Hermanos Musulmanes.
El golpe llegó dos años después de la caída del régimen de Hosni Mubarak, que gobernó con el sostén del ejército durante 30 años, y apenas uno después de la elección en las urnas de Morsi. Si bien en los primeros dos días que siguieron al golpe hubo explosiones de júbilo por la intervención de las fuerzas armadas, los Hermanos Musulmanes se encargaron ayer de dejar en claro que la estabilidad dista mucho de estar garantizada en Egipto.