Europa y EEUU están reaccionando tarde y erráticamente en Oriente Medio
Al menos 100 personas han muerto y más de un millar resultaron heridas este sábado 27 de julio de 2013 en los choques registrado en El Cairo, la capital, y Alejandría, la segunda mayor ciudad del país, entre fanáticos islamistas partidarios del presidente depuesto Mohamed Morsi y las fuerzas de seguridad egipcias.
Muchos egipcios comienzan a poner en duda la capacidad de los nuevos líderes de unir a una nación cuyas heridas son cada vez más profundas.
Hasta hace solo unos días, se veía en las calles de Egipto una mayoría de manifestantes opuestos a Morsi y a los Hermanos Musulmanes, enfrentados a un reducto islamista que se resistía a desaparecer, reforzado numantinamente en sus campamentos.
Hoy hay quienes buscan desesperadamente una tercera vía. Muchos egipcios ven con recelo que las masas en Tahrir jaleen al Ejército cuando las sobrevuela con sus helicópteros y sus cazas, y que muchos de los manifestantes luzcan en pancartas la cara de un general, Al Sisi.
Alejados de las grandes marchas proislamistas o promilitares, algunos disidentes llaman a una renovación total del panorama político, a encauzar de algún modo la verdadera revolución, la que derrocó a Hosni Mubarak en 2011.
Los Hermanos Musulmanes elevan el balance final del sábado a 200 muertos y alrededor de 5.000 heridos, según un comunicado citado por el diario egipcio ‘Al Ahram’.
Poco después de medianoche, unos 2.000 seguidores de Morsi trataron bloquear el puente 6 de Octubre que enlaza el centro de El Cairo con la mitad este, donde se encuentra Ciudad Nasr.
Los manifestantes han lanzaron piedras a las fuerzas de seguridad, que replicaron con el lanzamiento de botes de gas lacrimógeno y abriendo fuego.
Los heridos en los enfrentamientos llegaron en un goteo continuo al hospital de campaña desplegado en la plaza de Rabba Al Adaweyah de Ciudad Nasr, donde se fueron acumulando los cadáveres, en muchas de sus salas, abarrotadas de voluntarios y personas heridas.