Los murciélagos hematófagos se alimentan de sangre y sus mordidas se dan frecuentemente en la cabeza de los niños o en los dedos de los pies de los adultos
Siete niños indígenas murieron en las últimas semanas tras ser mordidos por murciélagos hematófagos que les transmitieron rabia en la región del Amazonas, nororiente peruano.
El director regional de Salud de Amazonas, Elías Bohórquez, dijo al diario Perú.21 que el brote de rabia se registró en la comunidad nativa de Kigkis, en la provincia de Condorcanqui (a unos 1.200 kilómetros de Lima), una zona habitada por nativos de las etnias awajún y wampis.
SIN AUTOPSIAS
En el área, considerada endémica a la presencia de murciélagos, se ha capturado varios ejemplares con rabia, pero las muertes de los niños por este mal no han sido confirmadas debido a que las tradiciones indígenas han impedido que se realicen autopsias.
Bohórquez:
«La confirmación de la enfermedad debe hacerse por medio de un análisis al cerebro de los fallecidos. Sin embargo, dichas poblaciones tienen otra cultura y consideran un ultraje tocar a sus muertos. Por ello, no nos dejan estudiar sus cadáveres»
El diario publica estas declaraciones en un artículo titulado ‘Brote de rabia causa la muerte de siete niños en Amazonas’.
SÍNTOMAS
Los niños muertos presentaban antes de su fallecimiento todos los síntomas de la rabia humana: pánico, irritación a la luz y el agua, tensión corporal, salivación excesiva y espasmos.
A pesar del brote de rabia, los nativos se resistían a vacunarse, pero recientemente las autoridades sanitarias lograron convencer a sus jefes, los apus, para comenzar la campaña de inmunización contra la rabia.
A LA CAZA
Las brigadas epidemiológicas recorrerán la zona para capturar y eliminar a los murciélagos.
Según la Red de Salud de Bagua, en Amazonas, la población de murciélagos hematófagos también han crecido de manera alarmante en el distrito de Imaza, donde se han registrado casi 300 mordeduras.
Los murciélagos hematófagos se alimentan de sangre y sus mordidas se dan frecuentemente en la cabeza de los niños o en los dedos de los pies de los adultos, pero estos ataques no son sentidos por sus víctimas dado que estos animales actúan por la noche y dejan primero un líquido que adormece el cuerpo, de acuerdo a especialistas.
