El ex presidente argentino Néstor Kirchner inició hoy con un «cara a cara» con el gobernante venezolano, Hugo Chávez, su primera gestión mediadora como secretario general de la Unasur en la crisis entre Colombia y Venezuela, refiriéndose a la necesidad de respetar la «diversidad» y la «pluralidad» en la región.
Su empeño, dijo, apunta a que Latinoamérica «emerja en el mundo como una región» donde «definitivamente sepamos entender que tenemos que convivir entre todos, respetando la diversidad, respetando la pluralidad».
«Vamos a evaluar con mucha fuerza y el tiempo que sea necesario el funcionamiento de la Unasur, las políticas que hay que implementar y generar una visión real y concreta de los distintos tópicos que hoy nos preocupan, tanto en el marco de la región» como fuera de ella, declaró.
Chávez decidió el pasado 22 de julio la ruptura de las relaciones de su país con Colombia, luego de que ese mismo día el Gobierno de Álvaro Uribe denunciara en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) la supuesta presencia de guerrilleros colombianos en territorio venezolano, supuestamente con el aval de su Gobierno.
El Gobierno de Chávez rechazó la denuncia y planteó que el asunto se tratara en el seno de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, organismo que celebrará para ello una cumbre presidencial en fecha y lugar aún por definirse.
Así fue acordado en la Reunión Extraordinaria de Ministros de Relaciones Exteriores que la Unasur celebró el pasado 29 de julio en Quito y a la que el ex presidente argentino (2003-2007) no acudió.
El antecesor y marido de la presidenta argentina, Cristina Fernández, llegó al Palacio Presidencial de Miraflores, sede del Ejecutivo de Venezuela, hacia las 19.20 hora local (23.50 GMT), a cuyas puertas Chávez le dio la bienvenida, tildándolo de «querido compañero y hermano».
Tras retribuir llamándolo «querido Hugo y querido presidente», Kircher se abstuvo de aludir directamente a la crisis bilateral.
Momentos antes de reunirse con Kirchner, Chávez dijo que aspiraba a desarrollar con el sucesor de Uribe, Juan Manuel Santos, quien asumirá el próximo sábado, unas «relaciones transparentes», aunque en días previos aseguró que éste «no era santo de su devoción».
Chávez ha dicho que aprovechará «la infamia del mafioso Uribe», como ha llegado a llamar a su colega, para insistir en que «la guerra civil colombiana de más de medio siglo» entre con Santos en la senda de la negociación y abandone la beligerancia militar que ha traspasado las fronteras con Venezuela y Ecuador, que asimismo mantiene rotas sus relaciones con Colombia.
Poco antes de la reunión de cancilleres de la Unasur en Ecuador, Kirchner dijo que «duele que dos países latinoamericanos», como Venezuela y Colombia, «tengan este nivel de confrontación», que les llevó a la ruptura de sus relaciones.
«Vamos a trabajar para que podamos reencontrar a los Gobiernos y no afectar la profunda relación entre los pueblos», afirmó en Buenos Aires, donde pocos días después recibió a Santos luego de que éste visitara a Fernández.
Luego del diálogo de esta noche con Chávez, el argentino volverá a verse con Santos este fin de semana, a propósito de los actos de su posesión presidencial, en una visita a Bogotá en la que también aprovechará para entrevistarse con Uribe.
Momentos antes de la reunión Chávez-Kirchner, la presidenta de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) de Venezuela, Cilia Flores, acusó al Gobierno de Uribe de atacar a su país como «estrategia para tratar de tapar el genocidio de La Macarena».
El mismo día de la ruptura de las relaciones diplomáticas, vecinos de La Macarena (sur de Colombia) denunciaron que existe una fosa común con restos de centenares de personas cerca de un batallón del Ejército en esa población.
Flores dio por totalmente verídica la versión de que en esa fosa se arrojaron cadáveres de víctimas de la «guerra civil» a la que alude Chávez, quien ha dicho que ese hallazgo es propio de «tiempos nazis».
