El portavoz de Exteriores del PP en el Congreso, Gustavo de Arístegui, abogó este viernes por llevar a la UE e incluso a la ONU «lo que está haciendo Venezuela en su cooperación con ETA y las FARC y el ELN», que a su juicio alcanza cotas de «gravedad extrema» ahora que parece negarse definitivamente a entregar al etarra Arturo Cubillas, a la sazón alto cargo de la Administración venezolana.
De Arístegui denunció, en declaraciones a Servimedia, que Cubillas «es un terrorista, lo ha sido durante muchas décadas y no va a dejar de serlo, sino que va a seguir entrenando a terroristas y vinculando al régimen de Venezuela con otros grupos terroristas, como las FARC y el ELN». Y «ese triángulo», advirtió, «es un problema muy grave no solo para España, sino para toda la región».
Ante esta situación, el portavoz popular espera que el Gobierno «reaccione, despierte y tome las medidas precisas», porque hasta ahora, aseguró, ha tenido que ser el PP quien le «arranque» todas las declaraciones que ha realizado ante la «en el mejor de los casos dolosa pasividad de Venezuela en cooperar con la Justicia española».
De Arístegui no cree que cualquier exigencia resulte superflua si Venezuela se empeña en negarse a colaborar. Es más, considera que «del abc de la presión diplomática» que España podía ejercer, «el Gobierno no ha empezado ni a abrir el libro».
En concreto, dijo, «no ha convocado al embajador, no le ha manifestado su protesta, no ha presentado la nota verbal correspondiente para cada una de las provocaciones y disparates» protagonizadas por Chávez.
Para el portavoz popular, la situación «tiene tal cariz y tal gravedad que tendría que llevarse a instancias internacionales, incluso la ONU si fuera necesario», pero en cualquier caso «tendría que explicarse al resto de países de la UE». «Ni el Gobierno ni una parte de la opinión publicada son conscientes de la gravedad que tiene esto».
A su juicio, resulta «especialmente grave que el Gobierno siga defendiendo a Venezuela antes de exigirle las explicaciones correspondientes».
«No ha hecho nada», censuró, «y esto requiere medidas urgentes», porque hay «muchas medidas» que se pueden tomar, «formas de ir incrementando y graduando la presión diplomática en función de la respuesta del país al que se le exige un comportamiento determinado».
Por el contrario, «el Gobierno no ha empezado a hacer nada de esto y es una absoluta vergüenza. Actúa con una pasividad gravísima ante sucesos y circunstancias que, si le hubiesen ocurrido a cualquier otro país del mundo, ahora no estaríamos hablando de esto», concluyó.
