Familias reciben los cadáveres de cuatro uniformados muertos por las FARC en Colombia

Familias reciben los cadáveres de cuatro uniformados muertos por las FARC en Colombia

Los cuerpos de los cuatro uniformados muertos en poder de las FARC, son recibidos con honores militares este domingo en el aeropuerto militar de Catam en Bogotá (Colombia). EFE

EFE/Archivo

Los cadáveres de los cuatro uniformados colombianos que murieron hace dos días a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que los tuvo cautivos más de once años en las selvas del sur del país, fueron entregados hoy a sus familiares en Bogotá.

La entrega puso fin a una vigilia que las familias mantuvieron desde el domingo por la noche, con el traslado de los cadáveres a la capital colombiana, ciudad a la que horas antes había llegado el único sobreviviente de la matanza, el policía Luis Alberto Erazo.

Desde entonces, los cadáveres estuvieron en manos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF, legista), que conformó un equipo de veinte expertos para las tareas de la autopsia, que llevaron mas tiempo de lo normal.

El director de la entidad estatal, Carlos Eduardo Valdés, había advertido previamente de lo costoso de este procedimiento, necesario para determinar en detalle la manera y la causa de los decesos, y establecer la identificación plena de los rehenes.

Un esfuerzo para que «estos hechos sean aclarados y se conozca la verdad», apuntó entonces el médico Valdés, cuyo despacho tuvo a cargo la entrega de los cadáveres de las víctimas, tres policías y un militar.

Los féretros con los restos mortales partieron en dos caravanas, una hacia el Centro Religioso de la Policía Nacional y otra hacia el Cantón Norte (militar), para sendos velatorios que irán hasta el martes por la mañana, cuando serán traslados a la Catedral Primera, para una eucaristía en su memoria.

En el oficio religioso estará el presidente Juan Manuel Santos, quien el mismo día de los hechos alzó su voz para denunciarlos como «un crimen atroz» y de «lesa humanidad».

Los policías Edgar Yesid Duarte (coronel), Elkin Hernández (mayor) y Álvaro Moreno (intendente jefe), así como el militar José Libio Martínez (sargento mayor), murieron el sábado pasado por la mañana en las selvas de Solano, remota población en los límites del departamento del Caquetá con el del Putumayo.

Duarte y Hernández habían sido capturados en octubre de 1998, Moreno en diciembre de 1999 y Martínez en diciembre de 1997, lo que lo hacía el uniformado con más tiempo en manos guerrilleras.

«En realidad, ellos fueron una familia, en medio de su tragedia», expresó Judith Moreno, hermana del intendente Moreno, que quiere hablar cuanto antes con Erazo para que le diga cómo estaba Álvaro, qué decía de su familia.

La matanza la cometieron miembros del frente 63 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que los tenían sometidos a una constante itinerancia junto al sargento que sobrevivió a los hechos y que estaba secuestrado desde diciembre de 1999.

«Siempre andábamos al sur de Caquetá, a unos 170 kilómetros de Florencia (la capital regional) y a 30 kilómetros del río Caquetá, hacia el oriente», precisó hoy Erazo en unas declaraciones a la prensa en Bogotá.

El sargento compareció desde el cuarto del Hospital de la Policía en el que fue ingresado el domingo por la tarde y en el que supo entonces del desenlace fatal de sus compañeros de cautiverio, pertenecía a un grupo de rehenes para canjear por insurgentes presos del que todavía quedan once retenidos.

Los cuatro fueron ejecutados tras el acceso al área de una patrulla militar que, poco después, detuvo a una rebelde de 23 años que sostuvo pertenecer a un puesto de guardia a cincuenta metros del campamento, base provisional que sus compañeros habían montado la víspera de los hechos.

Erazo se salvó por haber corrido en dirección contraria a la de los guerrilleros una vez que se escucharon los primeros disparos en los alrededores.

«Siento los impactos (esquirlas de granada), uno en la cara y otro en el cuello, y se me ocurre que lo único es irme al monte», narró el policía, cuyo estado de salud y de ánimo tiene sorprendido al equipo médico que lo asiste.

Casi ocho horas después, el sargento salió de su escondite y camino hacia un claro de la selva en el que se hallaban varios militares.

«La fuerza pública llega hasta el infierno», afirmó Erazo al referirse al nuevo jefe máximo de las FARC, «Timochenko», alias de Rodrigo Londoño Echeverri, a quien le advirtió de que las tropas irán por él esté donde esté.

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