Era la madrugada del sábado y fue con esas palabras que Solano Salazar Quintero, de 47 años, le avisó a su compañero Tomás Contreras del inminente naufragio del pequeño bote con el que los dos pescaban en aguas del Pacífico colombiano: «Nos vamos a joder hermano».
Casi dos días después un barco de la Armada colombiana lo encontraría solo, a la deriva, flotando abrazado a un trozo de una nevera portátil de «icopor», como llaman al polietileno en ese país sudamericano.
El rescate se produjo a eso de las 11:30 del domingo, a aproximadamente 40 kilómetros de las costas de Guapí, departamento del Cauca.
Y la operación quedó retratada en un vídeo grabado por los marineros del barco que le salvó la vida al pescador: la Corbeta ARC «Nariño», que surcaba la zona en tareas de patrullaje.
Ahora Salazar se recupera de las quemaduras y la deshidratación en su natal Lópex de Micay, un humilde pueblo de pescadores donde todos están a la espera de noticias de Tomás Contreras, quien continúa siendo buscado por la Armada.
Y desde ahí, por vía telefónica, el pescador compartió con BBC Mundo algunos de sus recuerdos de náufrago.
«Ya estaba para morirme»
«Nos hundimos a las dos de la mañana del día viernes, amanecer sábado. La lancha se hundió porque la parte de atrás estaba rota, se me rompió»,
empieza su relato Salazar.
«Y no le voy a mentir, cuando pasó esperábamos la muerte. No esperábamos más nada».
El polietireno arrancado de la nevera que habían llevado para conservar lo pescado, sin embargo, eventualmente les devolvería a los dos hombres algo de esperanza.
«Cuando yo cogí ya el icopor, cogimos algo de valor, que el icopor nos los daba», recuerda el pescador.
Y luego también llegaría el día. Un día de mar tranquila, en el que «había olitas, pero solo cuando venía el viento».
Aunque, para su creciente desesperación, lo único que los dos naúfragos verían durante esa jornada serían nubes y agua.
La costa estaba demasiado lejos. Y como resultado de los vientos y las corrientes ellos seguían alejándose.
«La segunda noche fue más tremenda, después de pasar todo el día nadando, sin ver ni oír a nadie y nada. Hablábamos, hablábamos ahí, para matar el hambre, la sed. Pensábamos en la familia, que no nos iban a encontrar, que no nos iba a ver nadie»,
le dice a BBC Mundo.
«El último día ya estábamos cansados. Yo ya estaba para morirme», afirma el pescador, que poco a poco fue perdiendo de vista a su amigo, incapaces los dos de mantenerse juntos por el cansancio.
Otros naufragios
Sería pues un Salazar solitario y extenuado el que eventualmente sería encontrado a la deriva para Corbeta ARC «Nariño» de la Armada colombiana.
«Lo encontramos en unas condiciones bastante lamentables, pero justo a tiempo», relataría después el comandante de la embarcación, Capitán de Navío Orlando Cubillos.
«Las fuerzas le faltaban. No fue capaz de asirse a un aro salvavidas que le arrojamos como procedimiento inicial. Tuvimo que enviar un nadador que ya estaba listo en cubierta para asistirlo».
Y Salazar puede considerarse particularmente afortunado: según la Armada, la Corbeta ARC «Nariño» fue puesta en servicio en el Pacífico colombiano hace menos de un mes, «precisamente para ampliar el acompañamiento a toda la gente de mar, en sus actividades en aguas abiertas», informó la institución en un comunicado.
De hecho, según el corresponsal de BBC Mundo en Colombia, Arturo Wallace, historias como está a menudo se repiten en la zona, aunque no todas llegan a ser tan dramáticas como la del pescador que logró sobrevivir gracias a un pedazo de nevera.
«En septiembre pasado, por ejemplo, el Comando de Guardacostas del Pacífico rescató a cuatro pescadores que se encontraban en dos embarcaciones a la deriva frente a las costas de Nariño y Valle del Cauca»,
relató Wallace.
«Y sólo el pasado 28 de Octubre fueron 35 las personas rescatadas por la Armada, cerca de San Andrés de Tumaco, también en el Pacífico, luego de fallos en dos embarcaciones y el hundimiento parcial de una tercera».
Luego se ser rescatado Salazar fue trasladado a un hospital local para ser atendido, pero ahora ya está de regreso en casa.
Y todavía no sabe si volverá al mar. Ese mar en el que se buscaba la vida.
El mismo mar que todavía no ha devuelto a Tomás Contreras, su compañero de naufragio.