Nicolás Maduro no es otra cosa más que un gamberro con poder

España, ¡salió tu número!

Maduro, que no es otra cosa más que un gamberro con poder, cada día y al ritmo de la agudización de la ruina de Venezuela, busca instituciones, países, individualidades, para insultarlas y amenazarlas, seguro -porque además se lo marcan sus ventrílocuos cubanos- que con eso distrae a esa masa chavista cada vez más reducida pero que le sirve para mostrarse con algo de pueblo y tapar la realidad de un régimen que es simplemente una tiranía militar dependiente de la mazmorra castrista y que ya a punta de saqueo ha arrasado el país.

En esa «insultadera», le manda su rapapolvos al presidente Obama, a Felipe González, al resto de los expresidentes que decidieron plantarle cara al torpe grandulón y exigirle la liberación de Leopoldo López, Antonio Ledezma y el resto de los presos políticos que llenan los calabozos que día a día habilita esta peste para tratar de anular liderazgos y coraje.

Otro día le manda «lo suyo» a los empresarios venezolanos; al día siguiente, a los congresantes norteamericanos y de cualquier país donde se le denuncien sus abusos, sus crímenes, sus saqueos…

No se le salvan los médicos venezolanos a los que la «peste roja» ha forzado a emigrar por miles; tampoco la clase media, a la que califica de golpista un día, otro de burguesa, acaparadora, «vendepatria»…

Profesores y autoridades universitarias también reciben su andanada y, frente a la ruina, cualquiera que considere que no importando el control de cambio que está desde el año 2003, la asignación de divisas debe continuar tanto para los estudiantes que están en el exterior como para los que requieren tratamientos médicos en otros países o simplemente porque desean hacer un viaje y necesitan unos dólares que compran ¡No se los regalan!

Maduro que lo aprendió de Chavez, y éste a su vez del tirano Fidel Castro, piensa que insultando gana adeptos y por supuesto, ahora más que nunca los necesita desesperadamente; por eso ya lleva tiempo encadenando diariamente radios y televisoras a nivel nacional y pasa de mentiras a granel a insultos y amenazas que aunque risibles, aturden y desesperan a millones de ciudadanos que ven transcurrir el tiempo, las protestas, algunos apoyos internacionales y nada pasa, porque aquí sigue esa peste devastando el país, encarcelando, robando.

Dieciséis años tenemos escuchando primero a Chávez llamar borracho a Bush, decirle que tenía un tufo a azufre, luego, mandándole a lavar «el paltó» a Obama, una manera muy del venezolano ordinario de insultar diciéndole al enemigo que se lave el trasero. Chávez insultando a Alvaro Uribe, a Sebastián Piñera. Insultos espantosos contra la Iglesia Católica y sus prelados.

A cada uno le dedicó su cloaca verbal, por eso ni monseñor Rosalio Castillo Lara, presidente emérito de la Comisión Pontificia para el Estado Vaticano, se le escapó. A este honorable sacerdote cada vez que le daba la gana lo llamaba «fariseo, hipócrita, bandido, diablo, alcahueta, golpista e inmoral».

Ofensas y maldiciones contra el Estado de Israel y contra los judíos. A la canciller alemana, Angela Merkel, la llamó nazi. A José María Aznar, «lacayo del imperio, un tipo que da asco y da lástima».

A los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela los calificó de «plastas». En fin, que el cuero se nos ha curtido a fuerza de calarnos a unos malandros que se hicieron del poder.

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello sólo imitan lo que le escucharon al tirano Fidel Castro y al tropero Hugo Chávez.

Y comenzando la semana, después de la comedia en la Cumbre de Panamá, donde además llevaron él y los cubanos una cuerda de malandros para amedrentar a muchos asistentes, Maduro monta en cólera al enterarse de que el Congreso de los Diputados de España pidió la liberación «inmediata» de Leopoldo López y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, así como la de otros políticos encarcelados por el régimen. Esto lo volvió loco…

Que se aprobara la propuesta presentada por el Partido Popular y el PSOE le alborotó el «excremencial» «estilo oratorio» y en cadena de radio y TV arremetió contra España y catalogó al presidente Mariano Rajoy de racista.

Este grandulón infinitamente bruto y patán le sacó de quicio que las Cortes españolas debatieran sobre la tragedia venezolana, por eso las calificó de «élite podrida la que gobierna España y a la que le salen gusanos»… Desvaría cuando dice: «No saben con quién se han metido»

A España le salió su número en la rifa diaria de escupitajos de Maduro. Cree que mete miedo. ¡Que iluso!, olvida que ya no tiene plata con qué asustar.

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