La fundación de profesores desde la que se desarrolló Podemos acaba de cesar sus actividades tras el escándalo de la financiación chavista
Podemos nació como una prolongación del chavismo en España: comunismo, extremismo, populismo y demagogia sectaria al servicio de la fuerza para violentar la democracia.
El periodista Javier Chicote revela en ABC este 5 de abril la existencia de un documento firmado en mayo de 2008 según el cual el propio Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, autorizó pagos por valor de siete millones de euros para crear en España el embrión de un movimiento popular de corte bolivariano que sirviera para forzar «cambios políticos».
Se trataba, sin matices, de financiar desde un gobierno pseudogolpista como el de Hugo Chávez la creación de un partido en España con simpatías bolivarianas que pusiese en jaque nuestra democracia sobre la base de un leninismo retrógrado.
Así se diseñó y fraguó la existencia de Podemos, y así funciona el partido de Pablo Iglesias por más que ahora trate de disfrazar su radicalismo de extrema izquierda con el maquillaje una falsa socialdemocracia pragmática.
Hoy, la UDEF, la Fiscalía y el Tribunal de Cuentas están investigando los vínculos financieros de Podemos con los regímenes iraní y venezolano para aclarar si el origen de sus fondos y de su financiación es ilegal.
De momento, ni Pablo Iglesias, ni Íñigo Errejón, ni Carolina Bescansa, ni Juan Carlos Monedero, ni Teresa Rodríguez ni Pablo Echenique han ofrecido una sola explicación sobre cómo paga Podemos su infraestructura.
Incluso, Monedero fue apartado de la dirección de Podemos al acreditarse que había estafado a la Agencia Tributaria por no declarar un ingreso personal de más de 400.000 euros provenientes, precisamente, del régimen venezolano.
Podemos es al chavismo lo que el comunismo a una concepción dictatorial, caudillista y empobrecedora del poder. Y sus líderes demuestran un apego al dinero similar, como mínimo, al que demuestra la casta que tanto deploran (Javier Chicote: «Aunque aún no existiese Podemos, es evidente que con ese dinero es más fácil crear un partido»).
No es lo mismo predicar que dar trigo, y la especialidad de Iglesias es predicar desde la mentira (Alfonso Rojo: «¿Qué pasaría si algún partido hubiese sido financiado por Pinochet, Putin o Trump?»).
Hoy Podemos se debate entre abstenerse para salvar la cara de Pedro Sánchez en su propósito de ser presidente del Gobierno o provocar nuevas elecciones desde la base de un creciente desgaste.
Podemos pierde credibilidad, y su profunda división interna frente al modo autocrático con que Pablo Iglesias ejerce el poder debilita sus expectativas (Pablo Casado (PP) a Monedero (PODEMOS): “Criminales son tus amigos Chávez y Maduro”).
De algún modo, este partido está perdiendo el glamour mediático prefabricado que las redes sociales se encargaron de sobredimensionar, y el aura de Iglesias se desvanece por días.
La revelación de ABC es la demostración de que Podemos no es un partido político surgido espontáneamente de la indignación ciudadana frente a los abusos de la clase política tradicional, sino un proyecto diseñado para provocar una involución en España y el hundimiento de la democracia.
Chávez no pagaba dinero para naderías. Todo debía surtir su efecto, y Podemos es el producto tangible de una financiación opaca y fraudulenta que la Justicia tiene la obligación de desentrañar cuanto antes.