Le dieron la vida y se la quitaron. Nació en Ciudad de México y solo vivió 4 años hasta que los golpes de su padre y el silencio de su madre terminaron por sumirlo en un sueño eterno.
Cuatro días después del crimen, las autoridades hallaron su cuerpo y lo pusieron sobre una fría mesa de metal para analizar los detalles del deceso. Pasaron dos meses y nadie lo reclamó.
«No concebimos que en una familia falte un niño y todavía nadie lo haya buscado», dijo a El País Felipe Edmundo Takajashi, director del Instituto de Ciencias Forenses de Ciudad de México.
Cuando este niño murió, sus padres siguieron trabajando hasta encontrar un momento ideal para abandonarlo en la carretera sin rituales mortuorios ni discursos que rememoren el cariño que alguna vez le tuvieron. No lo buscaron, solo huyeron, según recoge ElComercio.
El pequeño anónimo inquietó a los estudiosos del Instituto de Ciencias Forenses de Ciudad de México. Un mes en silencio, nadie lo había buscado y por ello decidieron difundir su retrato para que la ciudadanía apoye en la búsqueda de la familia del menor.
De lo contrario, el niño hubiera sido enterrado en un fosa común pasados los 12 meses.
Para el equipo forense todo era muy sospechoso, el menor «no se veía que estuviera desnutrido, las ropas con las que lo encontraron tampoco nos hacían pensar que fuera un niño abandonado. Eran de buena calidad, estaban en buen estado», afirmó el doctor Takajashi.
Tras dos meses de fuga, los padres del niño fueron atrapados y confesaron su crimen. El niño había hecho enojar a su padre, por haber tirado el dinero recaudado del día. Su padre, un conductor de autobús, le propinó una paliza que acabó con su vida. Los golpes mortales sobre el cráneo y el tórax del menor revelaron la violencia del acto.
VÍDEO RELACIONADO: Resuelto el misterioso caso de la joven que apareció muerta en un congelador en Chicago