10 militares han perdido la vida en Kosovo, la mayoría en accidentes de tráfico
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22 de junio de 1999, la Legión aterriza en el aeropuerto de Pristina, capital de Kosovo, todavía una provincia serbia, enviados por el entonces ministros de Defensa, Eduardo Serra.
20 de septiembre de 2009, los 88 últimos militares españoles aterrizan en la base aérea de Getafe, a las afueras de Madrid, por decisión de una mujer, la actual titular del ministerio, Carme Chacón.
Entre esos dos aterrizajes han transcurrido algo más de diez años en los que 23.000 militares han ido –diez de ellos no han vuelto, perdieron la vida allí la mayoría en accidentes de tráfico– a la región balcánica con un coste de 843 millones de euros.
Carme Chacón les dijo ayer:
«No fuisteis allí a trazar fronteras, fuisteis a socorrer a seres humanos.»
España ha finalizado de forma oficial a su participación en la misión internacional de Kosovo con la celebración de un acto de bienvenida inédito en las Fuerzas Armadas.
El martes pasado, el próximo embajador de Estados Unidos en España, Alan Solomont, recordó que la decisión del Gobierno de abandonar Kosovo se había tomado sin consultar con los aliados: «La falta de sorpresas es un buen principio para la diplomacia internacional».
Chacón comenzó su discurso:
«Yo tenía 24 años cuando visité los Balcanes como observadora internacional de la OSCE. Aún recuerdo el pavor en las caras de la gente… Hoy, Kosovo es un lugar muy diferente al que vi hace 15 años: donde sólo había odio, hay más convivencia. Donde había miedo, hay un espacio para la esperanza».
También se deshizo en elogios el ex ministro Serra, que concluyó que el ejército español es «desde el punto de vista profesional y humano, el mejor». Serra destacó que con la misión de Kosovo, las Fuerzas Armadas españolas habían abandonado «un papel pasivo, para adoptar un rol activo en la vida internacional».
Kosovo, a finales del siglo pasado
En 1999, Kosovo estaba sumido en una profunda depresión política, económica y social y era, con diferencia, la región más pobre de Europa. La mayoría albanesa estaba abiertamente enfrentada a la minoría serbia y, tras años de sometimiento a la Yugoslavia de Slobodan Milosevic, tenía serias intenciones de organizar su revancha.
El temor se hizo realidad en marzo de 2004, cuando extremistas albano-kosovares desataron una ola de violencia contra la minoría serbia, que provocó 19 muertos y más de 900 heridos. Fue, sin duda, el momento más complicado para las tropas internacionales. Se logró poner fin a los disturbios, pero se hizo evidente que la pacificación de los Balcanes iba todavía para largo.
El año pasado, tras la declaración de independencia de Kosovo, los soldados españoles tuvieron que afrontar otro momento muy tenso. Las zonas con fuerte presencia serbia protestaron, en algunos casos de forma violenta, contra la secesión, y los militares tuvieron que situarse en las calles para controlar la situación.
Fue entonces, cuando se vieron las fotografías de los soldados españoles controlando las protestas de los serbios contra un proceso independentista que España tampoco respalda, cuando el Gobierno se convenció de que debía retirarse de la misión lo antes posible.
Balance de la actuación española: 843 millones de euros
El Ejército da las siguientes cifras:
- 10 militares españoles muertos, la mayoría en accidentes de tráfico
- ayuda al retorno de 800.000 refugiados
- más de 60.000 patrullas realizadas
- 245 misiones de desactivación de explosivos
- reparto de más de 1.000 toneladas de ayuda humanitaria
- gasto: 843 millones de euros.
En recuerdo de los militares fallecidos se levantó un monolito en Base España,el centro de operaciones de las tropas en Istok, al noroeste de Kosovo. Los terrenos en los que se levantó han sido cedidos al Ayuntamiento de la localidad para instalaciones sociales, siempre que respeten el monumento.
El coronel Javier García Blázquez, jefe del último contingente en Kosovo, entregó ayer a la ministra la ministra la bandera española que ondeaba en Istok y que fue replegada definitivamente el viernes. La enseña se trasladará al nuevo Museo del Ejército de Toledo.