Los talibanes paquistaníes y con los servicios secretos de Islamabad ven en los Soldados de Dios un instrumento para desestabilizar Irán
Irán exige a Pakistán que extradite al jefe del grupo rebelde suní Jundollah (Soldados de Dios), a quien acusa de estar detrás del atentado que mató este domingo a 42 miembros del régimen de los ayatolás, entre ellas seis altos cargos de la Guardia Revolucionaria iraní.
Los guardias, conocidos como los pasdaran y con atribuciones políticas y policiales, han prometido una «respuesta aplastante» contra los responsables de un ataque que, según sus jefes, contó con el respaldo de Estados Unidos y Reino Unido.
Los ayatolás iraníes, que apoyan actos terroristas en diferentes lugares del planeta, aseguran que expertos británicos y norteamericanos «entrenan» a los Soldados de Dios en países vecinos.
Lo explica si el general Mohammad Ali Jafari:
«Detrás de esta escena están los aparatos de los servicios de inteligencia americanos y británicos y se van a poner en marcha acciones de respuesta para castigarlos».
El régimen de Teherán señala con el dedo a Pakistán. El jefe del Gobierno, Mahmud Ahmanidenayad ha pedido la extradición al líder de los rebeldes de Jundollah, Abodolmalek Rigi.
Los iraníes consideran que Islamabad siempre ha respaldado a este grupo rebelde suní que ha atentado varias veces en Irán. La organización de Rigi alega que se limita a luchar, en condiciones muy adversas y sin apoyo alguno, por los derechos de la minoría suní.
Varios analistas apuntan a las relaciones del grupo con los talibanes paquistaníes y con los servicios secretos de Islamabad, que ven en los Soldados de Dios un instrumento para desestabilizar Irán.
Judollah, fundado en 2002, opera en Baluchistán, un área cuyo control fue entregado por el Gobierno iraní a la Guardia Revolucionaria el pasado abril.