Estaban entre rejas con motivo, pero se les puso en libertad y ahora se paga el precio. La investigación del atentado frustrado de Navidad ha encontrado una pista imprevista y de posibles consecuencias políticas: Guantánamo.
Todo indica que varios de los presos liberados de la cárcel que Estados Unidos tienen en sus base militar de Cuba, están entre los organizadores del plan para volar un avión lleno de inocentes pasajeros con destino a Detroit.
Alguno de ello fue quien instruyó al nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab y le explicó como arreglárselas para subir a un aparato de Northwest Airlines en Lagos cargado con material explosivos y pasar los conrtroles de aduana en Holanda.
Estos antiguos presos se han sumado en los últimos años a la rama de Al Qaeda en Yemen y han contribuido decisivamente al fortalecimiento de esa organización, según datos que maneja el Departamento de Defensa norteamericano.
Lo que se va filtrando y que refleja con puntualidad la wen Intel center -«Al Qaeda activity in Yemen«- puede ser suficiente como para comprometer los planes de Barack Obama de cerrar la prisión de Guantánamo y liberar a algunos de los detenidos, mandándolos a España y a otros países favorables a tender la mano a los islámicos.
Según explica Antonio Caño en El País -«La investigación del atentado apunta a presos liberados de Guantánamo«- la Administración Obama cree que al menos uno de los liberados en el pasado, el saudí Said al-Shihri, ocupa una oposición relevante en la dirección de Al Qaeda en la Península Arábiga y participaba en la reunión que esa organización sostenía el 17 de diciembre cuando fue objeto de un ataque de fuerzas yemeníes con apoyo norteamericano.
Otro saudí liberado de Guantánamo, Mohamed al-Awfi, también parece pertenecer al grupo de mando de Al Qaeda en Yemen, cuyo liderazgo supremo se atribuye a Al Nasir al-Wuhayshi.
Tanto Al-Shihri como Al-Awfi fueron liberados en 2007, bajo la Administración de George Bush.
EL APRENDIZ NIGERIANO
El autor del atentado de Navidad, el nigeriano de 23 años Umar Farouk Abdulmutallab, confesó haber estado en Yemen antes de su misión para recibir instrucción y los explosivos con los que pretendía derribar el avión. No se sabe aún con qué personas entró en contacto.
En los últimos años, según documentos citados por la prensa norteamericana, al menos 11 saudíes puestos en libertad de Guantánamo se han sumado a la actividad terrorista en Yemen.
Al Qaeda presume en sus comunicaciones públicas de haber recogido en sus filas a algunos de sus detenidos. Al-Wuhayshi y Al-Shihri han aludido personalmente a ese logro en sus apariciones en las páginas de Internet.
HABÍA SUFICIENTE INFORMACIÓN
Los servicios de inteligencia y de seguridad norteamericanos poseían suficiente información el día de Navidad como para haber evitado el atentado frustrado del avión de Detroit, algo que el propio presidente ha reconocido y que ha desatado duras críticas de la oposición sobre la incapacidad de la Administración para proteger adecuadamente al país de la amenaza terrorista.
El Gobierno norteamericano poseía información de que un individuo de nacionalidad nigeriana estaba envuelto en un compló para atacar a Estados Unidos.
El dato había sido obtenido por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en sus siglas en inglés) como consecuencia del seguimiento que desde hace tiempo se hace de la organización terrorista Al Qaeda en la Península Arábiga, que se ha declarado autora de este suceso.
EL PADRE DEL CRIMINAL
La información recogida por la NSA no precisaba el nombre del nigeriano ni la fecha o las circunstancias del atentado, pero el Gobierno sí sabía que el padre de Abdulmutallab, un respetado banquero nigeriano, se había presentado el mes pasado en la Embajada norteamericana en Lagos para denunciar las actividades extremistas de su hijo.
El padre habló allí con representantes de la CIA, a los que, movido por la preocupación y el amor a su hijo, se ofreció a colaborar en el hallazgo del paradero del presunto terrorista para evitar que llegase a implicarse más en actividades radicales.
La oficina de la CIA en Lagos pasó esa información a la central en Langley (Virginia), donde procedieron a incluir a Abdulmutallab en una lista de 550.000 sospechosos de terrorismo, pero no en otra más limitada de 4.000 personas a las que se impide volar a Estados Unidos, o en la de 14.000 a las que se exige un control especial.
EL PORTAVOZ DE LA CIA
Un portavoz de la CIA ha declarado a la prensa norteamericana que no disponían de información sobre Abdulmutallab hasta que su padre denunció el caso.
Entre esa denuncia en la embajada de Lagos y el día de Navidad transcurrió, sin embargo, tiempo suficiente (más de un mes) como para haber cruzado esos datos con los que la NSA había aportado sobre la operación prevista por Al Qaeda y haber llegado, con toda probabilidad, hasta Abdulmutallab.
De haberse hecho eso, Abdulmutallab nunca se habría subido a ese avión, máxime sin llevar equipaje y después de que se le hubiera rechazado un visado para entrar en el Reino Unido.
LOS QUE QUEDAN EN GUANTÁNAMO
Tres conocidos e influyentes senadores, John McCain, Lindsey Graham y Joe Lieberman (éste, del grupo demócrata) han enviado una carta al presidente Obama advirtiéndole de que la transferencia de más presos a Yemen después de lo ocurrido puede resultar peligroso.
Aunque no existen cifras oficiales, se sabe que actualmente quedan en Guantánamo más de 90 presos de Yemen, el grupo más numeroso entre toda la población carcelaria del controvertido centro de detención.
Al menos 45 de ellos están catalogados en condiciones para ser puestos en libertad y están únicamente a la espera de la negociación de las circunstancias del traslado a su país.
Ese traslado puede dificultarse después de lo que ha ocurrido en el pasado y a la vista de que el Gobierno de Yemen no es capaz de garantizar que los retornados no retomen la actividad terrorista.
Se calcula que 74 de los 560 presos liberados desde 2002 se han sumado a organizaciones terroristas, especialmente en la península arábiga e Irak.
UNA INVESTIGACIÓN COMPROMETEDORA
En la medida en que la investigación siga aportando pruebas sobre el desarrollo de una poderosa organización terrorista en Yemen, Obama se va a sentir más presionado para tomar acciones militares en ese país.
Estados Unidos cuenta ya con fuerzas especiales en Yemen y ayuda en la ejecución de algunos golpes contra Al Qaeda, pero esa colaboración se hace de forma reservada y en coordinación con el Gobierno de Yemen, que calcula que puede haber alrededor de un centenar de miembros de Al Qaeda en ese país.
A partir de ahora, las fuerzas militares norteamericanas pueden verse obligadas a actuar de forma más explícita y contundente para eliminar el peligro que se genera en Yemen.