El pacifismo de salón de Zapatero se basa en hacer la guerra, pero llamándola acción humanitaria
El atentado frustrado en un vuelo a Detroit el pasado día de Navidad -para algunos un milagro, dada la fecha-, ha obligado al presidente de Estados Unidos a dar explicaciones.
Obama compareció el jueves y admitió que él es el «responsable último» de la seguridad del país y, aunque calificó de graves los fallos cometidos, no anunció ningún cese.
Sin embargo, la prudencia de Obama a la hora de cortar cabezas se transformó en dura contundencia a la hora de recordar y asegurar que EE UU está en guerra contra el terrorismo internacional y en concreto «en guerra contra Al Qaeda».
Ante la actitud inequívoca de EE UU, y de otros países occidentales, nos encontramos la confusión y tibieza del Gobierno español, que no se atreve a utilizar la palabra guerra para definir sus misiones militares, y que vive condicionado por la ocurrencia de la Alianza de Civilizaciones de su presidente, Rodríguez Zapatero.
Otro porqué de esta tibieza española es la esquizofrenia de los políticos socialistas, que arremetieron contra Aznar y el PP hasta donde no está escrito por el tema de la guerra de Irak y ahora se ven obligados a utilizar todo tipo de eufemismos para no emplear claramente la palabra guerra en los conflictos bélicos como el de Afganistán, en los que están presentes las tropas españolas.
El pacifismo de salón de Zapatero se basa en hacer la guerra, pero llamándola acción humanitaria, o excursión militar para fomentar la amistad entre los pueblos, aunque en estas misiones estén muriendo soldados españoles.
La semana que acaba de conluir, se sumó una víctima más -Christian Quishpe Aguirre, 24 años, casado y con una hija- a la larga lista de 91 soldados españoles fallecidos en Afganistán.
La actitud del Gobierno, que se puede definir como hipócrita, tiene su continuidad más allá del Ejecutivo.
El mismísimo Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), general Julio Rodríguez, se las ve y se las desea cada vez que tiene que explicar qué tipo de misión es la de Afganistán.
En una entrevista publicada en El País el día de la Pascua Militar, el Jemad volvió a demostrar que sus esfuerzos por acatar las órdenes del Gobierno le llevan a huir -que duro es ver a un general huyendo, aunque sea de palabra- de las respuestas claras y sinceras.
Ante la pregunta de si lo de Afganistán es una misión de guerra, el general optó por no aclarar las cosas ni decir la verdad:
«No voy a entrar en este debate».
Se olvidó el general que las misiones militares como Afganistán no son discusiones caprichosas, y los españoles merecen saber por qué y por quién mueren sus soldados.
Las contradicciones que ofrece el Gobierno Zapatero en materia de Defensa -todo empezó con la retirada unilateral de Irak-, nos han llevado a tener una imagen deplorable de país débil.
Hasta el extremo de que, el próximo día 28, un general español asumirá el mando de la Fuerza de la ONU en Líbano; sin embargo, el presidente israelí y otros políticos europeos pidieron que siguiera en el mando un general italiano.
Éste es sólo un ejemplo de la confianza que inspiran nuestros militares a nuestros aliados, no hablemos de lo que pensarán nuestros enemigos.
Por mucho que se disguste Zapatero, la política de defensa y militar de EE UU no ha cambiado mucho con Obama desde que se fue George W. Bush.
En cuestiones fundamentales como la Defensa y la seguridad nacional, los políticos consecuentes suelen tener ideas claras y respetar los compromisos. Y hoy, el mayor compromiso de Occidente está en defender la libertad y los valores democráticos.