Seúl descarta represalias militares pese a las sospechas de que Pyongyang le hundió un buque de guerra

Seúl descarta represalias militares pese a las sospechas de que Pyongyang le hundió un buque de guerra
Kim Jong-il. Reuters

El presidente de Corea del Sur, Lee Myung Bak, pronunció un discurso en el que pareció descartar cualquier tipo de represalia militar contra Pyongyang un día después de que se hiciera público un informe de la Inteligencia militar surcoreana en que se afirmaba que el hundimiento de la corbeta Cheoan el mes pasado en aguas próximas a Corea del Norte estuvo provocado con casi toda seguridad por un torpedo lanzado por un submarino norcoreano.

«Dado que la investigación se está desarrollando gracias a la cooperación internacional, intentaremos cooperar con la comunidad internacional a la hora de tomar las decisiones precisas cuando los resultados sean definitivos», afirmó Lee en declaraciones recogidas por la agencia Yonhap.

Estas declaraciones han sido interpretadas en Corea del Sur como la renuncia de Lee a emprender ninguna acción armada contra su vecino del norte, ya que, según numerosos analistas, un enfrentamiento armado con Pyongyang, aunque fuera a pequeña escala, perjudicaría la incipiente recuperación económica del país y lastraría las expectativas electorales del presidente de cara a las próximas elecciones regionales de junio, que se antojan cruciales para su futuro político.

La polémica ha surgido después de que ayer jueves un alto mando militar surcoreano filtrara a la agencia Yonhap que existia un informe elaborado por el Ejército y la Inteligencia estadounidense que apuntaba sin prácticamente dudas que la causa del hundimiento el pasado día 26 de marzo de la corbeta Cheoan fue el impacto de un torpedo pesado lanzado desde un submarino norcoreano, que supuestamente estaría intentando infiltrarse en aguas de Corea del Sur.

Por su parte, Corea del Norte niega tajantemente haber tenido nada que ver con el hundimiento del Cheoan, que naufragó en aguas muy próximas a la frontera entre ambos países.

Se trata del incidente más sangriento desde la guerra que entre 1950 y 1953 desgarró la península de Corea y acabó con la firma de un armisticio –técnicamente, los dos países siguen en guerra– y con la división del territorio.

Así, en el norte se formó un Estado comunista apoyado por la antigua Unión Soviética y China, y en el sur se constituyó otro Estado capitalista apoyado en este caso por Estados Unidos, que a día de hoy aún mantiene allí una nutrida presencia militar.

Este incidente, por cuya gestión Lee ha recibido numerosas críticas, tiene lugar además en medio de los intentos de la comunidad internacional por que Corea del Norte vuelva a las conversaciones a seis bandas –de las que también forman parte China, Rusia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur–, que buscan que Pyongyang renuncie a su programa nuclear y a su armamento atómico a cambio de incentivos económicos.

 

 

 

 

 

 

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