Washington, Seúl y Tokio preocupados por el programa de uranio norcoreano

Washington, Seúl y Tokio preocupados por el programa de uranio norcoreano

El enviado de EEUU para Corea del Norte, Stephen Bosworth (dcha), es recibido por el ministro de Asuntos Exteriores Seiji Mahara en Tokio (Japón) hoy, lunes, 22 de noviembre de 2010. EFE

EFE/Archivo

Estados Unidos, Corea del Sur y Japón lanzaron hoy voces de alarma por los aparentes avances de Corea del Norte en su programa de enriquecimiento de uranio, si bien no dieron por muerta la vía de la negociación.

La revelación de que el régimen comunista ha ampliado su programa nuclear para enriquecer uranio, lo que facilita la fabricación de una bomba atómica, precedió al inicio hoy de una gira por Asia del enviado de EEUU para Corea del Norte, Stephen Bosworth.

En una entrevista publicada este fin de semana por «The New York Times», el profesor estadounidense Siegfried Hecker, ex director del Laboratorio Nacional de Los Álamos, dijo que este mes fue testigo del «asombroso» progreso norcoreano en el procesamiento de uranio.

Esto supondría que el régimen comunista está abriendo una nueva vía para la obtención de combustible nuclear más allá del plutonio, con el que se cree puede producir ya entre 8 y 18 ojivas nucleares y del que se valió para efectuar sus ensayos atómicos en 2006 y 2009.

Representantes de los gobiernos de Seúl, Washington y Tokio, que integran la negociación a seis bandas para la desnuclearización norcoreana junto al propio Pyongyang, Pekín y Moscú, expresaron hoy su decepción por esa revelación.

Bosworth, que comenzó su gira por Asia con una reunión hoy con el ministro de Exteriores surcoreano, Kim Sung-hwan, dijo que se trata de una nueva «provocación» de Corea del Norte pero precisó que «no es una sorpresa» y tampoco supone una «crisis».

El representante de EEUU reiteró no obstante que el diálogo a seis bandas con Pyongyang, paralizado desde hace dos años, se reanudará solo si el régimen comunista ofrece pruebas de que desmantela su programa nuclear.

El Ministerio de Defensa surcoreano señaló por su parte que las noticias sobre un programa norcoreano de uranio elevan su «seria preocupación» y van en contra de sus esperanzas de que algún día Pyongyang se desnuclearice.

En Tokio, el ministro portavoz de Japón, Yoshito Sengoku, consideró «muy alarmante» el informe sobre las instalaciones para procesar uranio, pero insistió en que seguirá cooperando con sus socios en la negociación a seis para avanzar hacia el desarme nuclear del país comunista.

Corea del Sur y Estados Unidos sospechaban desde hace años de la existencia de un programa de enriquecimiento de uranio en Corea del Norte.

Tras años negándolo, Pyongyang anunció el año pasado que estaba en «la última fase» para la obtención de uranio enriquecido, pero el informe de Hecker apunta a que el nivel de sofisticación de las instalaciones es muy superior al que se pensaba.

Hecker, que viajó a Corea del Norte el 12 de noviembre, asegura que las autoridades de Pyongyang le aseguraron que tenían hasta 2.000 centrifugadoras para enriquecer uranio.

También constató la existencia de un pequeño reactor nuclear experimental de agua ligera en las primeras fases de construcción en la central de Yongbyon, corazón del polémico programa atómico norcoreano, que supuestamente se alimentará con uranio enriquecido a bajo porcentaje para obtener energía.

Los expertos aseguran que el uranio pobremente enriquecido puede convertirse fácilmente en uranio altamente enriquecido.

El uranio altamente enriquecido, con hasta un 90 por ciento del isótopo uranio 235, es muy usado para armas nucleares ya que su transporte y su técnica de detonación es mucho más sencilla, y su desarrollo es más fácil de ocultar que el del plutonio.

Algunos medios surcoreanos subrayan que las nuevas revelaciones sobre el desarrollo nuclear norcoreano podrían responder a la intención de Kim Jong-il de consolidar como su probable sucesor a su hijo menor, Kim Jong-un.

Desde los años 90, Corea del Norte ha mantenido su programa nuclear pese a las presiones internacionales con un juego de concesiones y provocaciones, con el que podría esperar ahora nuevas retribuciones por parte del Estados Unidos y sus aliados.

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