El nivel de radioactividad en la zona es mil veces superior a la normal
Una fuerte explosión se ha escuchado cerca del reactor número 1 de la central nuclear de Fukushima (norte de Tokio), donde el nivel de radiactividad había aumentado de forma alarmante tras el fuerte seísmo que sacudió este 11 de marzo de 2011 el este de Japón.
Al parecer numerosos trabajadores de la central nuclear habrían resultado heridos por los efectos de la explosión.
La empresa operadora, Tokyo Elecytric Powe Co, señaló que hay cuatro heridos. Testigos dijeron que escucharon el ruido de una detonación, tras la cual ascendió al cielo una nube de humo. La causa del accidente no se conoce aún, pero parece estar vinculada a una torre eléctrica.
OTROS FRENTES, OTROS MIEDOS
Mientras el número de víctimas por el terremoto de 8,9 en la escala de Richter que sacudió Japón este viernes se espera que llegue a superar el millar, las autoridades niponas están trabajando en otro frente: detener los problemas que se han generado en cinco reactores de dos plantas nucleares de Fukushima (a 240 kilómetros de Tokio), y que han obligado a ordenar la evacuación de unas 45.000 personas.
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Aunque en un primer momento el Gobierno nipón negó que se hubiese producido una fuga, tras visitar la zona, el primer ministro japonés, Naoto Kan, ha admite que se han liberado «mínimas cantidades de radiación«.
Y conforme ha avanzado la mañana en tierras japonesas las noticias son peores: la Agencia de Seguridad Industrial y Nuclear de Japón asegura que «podría estar en curso una fusión nuclear» en el reactor I de la nuclear de Fukushima, tal y como ha recogido la agencia Kyodo.
Según la Comisión para la Seguridad Nuclear de Japón, se ha detectado cesio radiactivo cerca de esa central. Desde el terremoto, que la central registra problemas en el sistema de refrigeración, y no ha podido normalizarse en las últimas horas pese a los mensajes tranquilizadores de las autoridades que han ordenado una evacuación «preventiva».
Naoto Kan ordenó antes de su viaje a la zona la evacuacíón de los habitantes a 10 kilómetros a la redonda (más de 40.000) de la central ante el riesgo de fuga, afirma la agencia Jiji citando el Ministerio de Industria nipón. En una primera fase, ya se ha completado la evacuación de 3.000 personas -las que estaban situadas a tres kilómetros de la central-.
Un portavoz de la compañía que gestiona ambas plantas nucleares también ha admitido que la avería del reactor de la central número 1 está lejos de normalizarse.
«La presión ha subido y estamos intentando disminuirla».
La temperatura del reactor, desactivado automáticamente tras el seísmo, todavía no ha podido normalizarse y la presión de la vasija -cavidad blindada en la que se aloja el reactor- es actualmente 1,5 veces mayor del nivel para la que fue diseñada.
La cantidad de radiación detectada en la sala de control de la central sería mil veces superior a los niveles normales, según la Agencia de Seguridad Industrial y Nuclear, citada por la agencia de noticias Kyodo.
El nivel de radioactividad fuera de la central es de ocho veces superior a la normal, aunque la Agencia asegura que por ahora ese nivel no supone un peligro para la población.
Ello ha obligado a la compañía gerente de la planta a liberar de forma controlada vapor radioactivo para bajar la presión peligrosamente alta y evitar males mayores como una fusión del núcleo que expulsaría gran cantidad de material radiactivo al exterior y, en el peor de los escenarios posibles, podría provocar la explosión del reactor.
«Hemos seguido las instrucciones del Gobierno, hemos lanzado una partida de vapor que contiene sustancias readioactivas», ha confirmado un portavoz de la compañía.
«Seguimos pendiente de la situación. Pero por ahora no hay problema».
En una segunda planta de Tepco, situada a 12 kilómetros de la primera, cuatro de sus reactores han perdido también el control sobre su capacidad de refrigeración y tienen problemas para controlar la presión.
Las autoridades ya han ordenado la evacuación a tres quilómetros a la redonda (los que suponen más de 3.000 personas).
La presión es estable dentro de estos pero está creciendo en los contenedores de contaminantes, y siguiendo con el procedimiento desarrollado en la primera central, también se ha liberado vapor radioactivo para rebajar la presión anormalmente alta en sus cuatro reactores.
Soldados de las Fuerzas de autodefensa (el nombre del ejército japonés), pertrechados con protecciones nucleares, han sido desplegados en la central para verificar la situación.
Las fuerzas aéreas de EEUU también han entregado refrigerante a una central nuclear japonesa, según ha comunicado la secretaria de Estado Hillary Clinton, sin especificar la forma en que se ha instalado.
«Una de las centrales ha recibido una gran presión tan el temblor y no tiene suficiente líquido refrigerante. Los aviones de la USAF han podido entregarlo».
Declarada la emergencia nuclear
La emergencia nuclear declarada en Japón sigue el procedimiento de seguridad internacional para minimizar los daños que el terremoto haya podido causar a las instalaciones nucleares y garantizar que no se han producido fugas radiactivas, como ocurrió en la planta japonesa de Kashiwazaki-Kariwa que vertió al mar unos mil litros de agua contaminada tras el terremoto de 2007.
La alerta se explica porque ni los reactores instalados en el país, una referencia para la seguridad a nivel mundial dado que fueron diseñados para resistir a los seísmos que habitualmente sufre la zona, parecen preparados para soportar un movimiento telúrico de la intensidad del que ha sacudido la costa nororiental del país, de 8,9 en la escala Richter.
Las plantas nucleares poseen dos puntos especialmente débiles: el reactor, que debe mantenerse aislado y a una temperatura estable de unos 300 grados centígrados; y el sistema de refrigeración del mismo, que evita sobrecalentamientos que puedan derivar en una explosión.
Es el riesgo que ha sufrido la planta atómica de Fukushima, cuyo circuito de refrigeración ha sufrido una avería que ha provocado un fallo en la instalación. Uno de los motores que alimenta el sistema de refrigeración ha fallado.
Estados Unidos ha contribuido en un primer momento trasladando en sus aeronaves líquido refrigerante a la planta nuclear de Fukushima, para evitar la posible ruptura del sistema de enfriamiento.
Las autoridades niponas siguen pendientes de la evolución del reactor y el combustible nuclear que, pese a hallarse desactivado, todavía no ha podido refrigerarse según lo previsto.
El sistema de refrigeración, crucial
La sacudida sísmica también ha afectado la nuclear de Onagawa, donde se ha incendiado una de las turbinas también vinculadas con el sistema de refrigeración del reactor.
Más que las llamas, la alerta se centra en el mal funcionamiento de la refrigeración puesto que si la planta hubiera seguido funcionando el reactor se habría calentado en exceso hasta propiciar su explosión.
Es una sucesión de acontecimientos similar a la que propició el accidente radiactivo de Chernobil en 1986, uno de los mayores desastres medioambientales causados por una central nuclear.
Evacuación sin alarma, según las autoridades
Aparentemente no hay motivo de alarma: el Organismo Internacional de Energía Atómica ha comunicado que no ha detectado fugas de radiactividad en Japón, que concentra 55 reactores nucleares que generan alrededor del 30% de electricidad que consume el país.
Pero la precaución es máxima: se mantienen parados 11 reactores nucleares y las autoridades han ordenado el desalojo de unas 2.800 personas que viven en las cercanías de la planta de Fukushima.
El reactor de la planta se ha parado pero el núcleo permanece caliente, aunque se descarta ya el riesgo de una explosión,