Los 31 cadetes fueron asesinados cuando explotó la bomba que llevaba un niño de unos 13 años que había logrado camuflar el explosivo bajo su uniforme escolar
La policía paquistaní detuvo este 20 de junio de 2011 a Sohana Javaid, una niña de ocho años, en un control en Balambat, en Dir, una zona al noroeste del país fronteriza con Afganistán. La pequeña, según la policía, llevaba puesto un chaleco con explosivos para cometer un atentado.
Javaid declaró en un interrogatorio ante la policía que había sido secuestrada hace unos días en la ciudad de Peshawar, donde vivía. Según su relato, difundido por fuentes policiales en los medios paquistaníes, sus captores le inyectaron sedantes y la trasladaron a Balambat.
«Había dos hombres y dos mujeres sentados en un coche. Ellos me secuestraron», afirmó la niña en una rueda de prensa ante los medios de comunicación locales.
Le colocaron el chaleco con explosivos a la fuerza y la llevaron al control donde fue detenida.
«Me pusieron el chaleco, pero no me cabía. Entonces me pusieron otro».
«Tiré el cinturón y empecé a gritar mientras me acercaba al control y ellos [los miembros de las fuerzas de seguridad] me detuvieron».
Las autoridades identificaron como insurgentes a los secuestradores, que se dieron a la fuga al ver que los policías sospechaban de la niña.
En Pakistán, donde se libra una guerra contra grupos talibanes, se han dado varios casos de niños, no de niñas, reclutados para cometer un atentado suicida colocándoles explosivos.
Uno de los más recientes ocurrió el pasado febrero en un centro de reclutamiento de militares en la ciudad de Mardan, en el noroeste de Pakistán: 31 cadetes fueron asesinados cuando explotó la bomba que llevaba un niño de unos 13 años que había logrado camuflar el explosivo bajo su uniforme escolar.