Suu Kyi dedica su primer viaje político a la educación y la unidad birmanas

Suu Kyi dedica su primer viaje político a la educación y la unidad birmanas

La principal opositora birmana, Aung San Suu Kyi, saluda a sus seguidores durante su visita a Bago, a unos 80 kilómetros al norte de Rangún (Birmania). EFE

EFE/Archivo

La jefa del movimiento democrático birmano, Aung San Suu Kyi, dedicó hoy a la educación y la unidad el primer viaje político que efectúa desde que recobró la libertad y que pone a prueba la «democracia disciplinada» del Gobierno pro militar.

Suu Kyi, Nobel de la Paz en 1991, eligió un programa sencillo para desarrollar en el área de Bago y poder regresar el mismo día a Rangún, a unos 80 kilómetros al sur, pero lo suficientemente simbólico para que el régimen no pueda obviarlo.

Las autoridades también han podido comprobar que la opositora de 66 años mueve multitudes cada vez que sale a la calle.

La «Dama», como la llaman muchos birmanos, o «Madre Suu», como rezaban hoy varios carteles, abandonó Rangún después del amanecer en una caravana de unos veinte vehículos en los que viajaban, entre otros, miembros del cuerpo diplomático.

Protegida en todo momento por miembros de las juventudes de la Liga Nacional para la Democracia, su partido y que fue ilegalizado el año pasado, Suu Kyi llegó a Bago unas dos horas después y su primera actividad fue orar y presentar ofrendas a los bonzos en Shwemawdaw o la Pagoda del Dios de Oro, que con sus 114,4 metros de altura es la más alta de Birmania (Myanmar).

Luego se dirigió en medio de la multitud, miles de personas que los cuerpos de seguridad no pudieron disuadir, a la inauguración de la librería Aungsanjarmon, en la población de Thanatpin.

Allí cortó la cinta de honor y destacó la importancia que tiene la educación pública en la formación de la sociedad y el desarrollo, según la radio disidente Mizzima.

La opositora, quien ha vivido enclaustrada en su casa de Rangún con las visitas controladas y sin teléfono ni internet por orden del régimen entre 2003 y 2010, invitó a todos los jóvenes a leer libros y aprovechar la lectura.

De vuelta a Bago, un trayecto que dura una media hora, la «Dama» pronunció otro discurso, este un poco más largo, en el que incidió en el valor de la unidad para solventar los problemas y avanzar hacia el futuro.

«Solamente podremos desarrollar este país cuando todos trabajemos juntos. Unidad es fortaleza. La unidad es necesaria en todas partes y especialmente en este país», afirmó Suu Kyi.

Más adelante, en casa del presidente local de la LND, Myat Hla, la Nobel de la Paz habló de la sorprendente acogida que ha recibido y de la responsabilidad que tiene para cumplir con las esperanzas depositadas por tantas personas en ella.

También inauguró otra librería y visitó a los desplazados por las inundaciones en el monasterio de Shwenanttha Occidental, a quienes donó arroz y dinero, para luego regresar a Rangún antes de hacerse de noche.

Birmania es un país de 54 millones de habitantes que pertenecen a numerosas etnias, de las que las principales disponen de ejércitos que luchan desde hace décadas por la independencia.

Los militares han justificado su presencia en el poder desde 1962 en la necesidad de que el país tenga un Gobierno fuerte para impedir la desintegración de la nación.

Pero era difícil prolongar la dictadura con la constante presión internacional para que se respeten los derechos humanos y se acometan reformas democráticas, por lo que la Junta Militar diseñó una «democracia disciplinada» y entregó el poder a los civiles, casi todos exmilitares afines, el pasado marzo.

En julio, el régimen del presidente, Thein Sein, reanudó los contactos oficiales con Suu Kyi, después de que Estados Unidos indicase en una reunión regional que Birmania necesita probar a la comunidad internacional que avanza en la dirección correcta antes de poder hablar del levantamiento de sanciones.

Desde entonces, Suu Kyi se ha reunido dos veces con el ministro birmano de Trabajo, Aung Kyi, en una casa gubernamental de Rangún, la última el viernes pasado.

Al término, ambos anunciaron en conferencia de prensa que se van «a reunir frecuentemente en el futuro» y que habían acordado cooperar para evitar conflictos.

La Nobel de la Paz explicaba después en su respuesta a los periodistas que la clave radica ahora en ver si esta colaboración es verdadera y completa.

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