Una secta musulmana propone a las mujeres satisfacer a sus maridos como prostitutas para evitar divorcios

Malasia prohíbe por ley la sumisión sexual de las «esposas obedientes»

La mayoritaria etnia malaya, musulmana por obra y gracia del artículo 160 de la Constitución, está sujeta a los tribunales de la “Sharía”

Una santa en la casa y una golfa en la cama. Literalmente, eso es lo que propone un grupo de mujeres de Malasia para acabar con problemas conyugales como el divorcio, la infidelidad, los malos tratos o los peregrinajes de sus maridos a los burdeles buscando lo que no encuentran en el hogar.

Explica Pablo M. Díez en ABC que, provocando una gran polémica en esta nación del Sureste Asiático, donde el 60% de sus 28 millones de habitantes profesan el islam, unas 800 mujeres musulmanas integran el «Club de las Esposas Obedientes». Su filosofía es simple: hacer caso al marido en todo momento y, lo que es más importante, mantenerlo siempre satisfecho, sobre todo en la alcoba.

«El sexo es un tabú en Asia, pero una buena esposa no solo debe cocinar bien y ser una madre dedicada, sino también una sumisa trabajadora sexual para su esposo.

¿Qué tiene de malo ser una puta… para tu marido? Las esposas desobedientes son la causa de los males de este mundo porque no hacen felices a los hombres», plantea la vicepresidenta del club, Rohaya Mohammad, tercera de las cuatro mujeres de Ikramullah Ashaari.

Con 17 hijos, esta familia más que numerosa pertenece a Global Ikhwan, una especie de secta que promueve la poligamia en Malasia porque está permitida por el Corán y la practicaba el profeta Mahoma.

Dirigido por el gurú religioso Abuya Ashaari Muhammad, padre de Ikramullah, el grupo Global Ikhwan está formado por 300 varones y sus 800 mujeres y funciona como una gran empresa que cuenta con más de un millar de sucursales repartidas por todo el mundo en 14 tipos de negocios, desde hoteles hasta restaurantes y supermercados pasando por publicaciones islámicas y productos de alimentación.

De origen humilde, Abuya, que en malayo significa «padre», ha levantado en tres décadas un imperio religioso y económico a pesar de que el Gobierno prohibió en 1994 las actividades y enseñanzas de su primera secta, Al-Arqam, por desviarse del islam.

En su conglomerado empresarial, que incluye escuelas, clínicas y hasta departamentos de avituallamiento, vivienda y cultura para las familias polígamas, trabajan todos sus hijos.

Una polémica guía sexual

Al igual que ocurriera el año pasado con la apertura del «Club de la Poligamia», las esposas obedientes están suscitando un enconado debate en Malasia con la difusión de una polémica guía sexual que, según el periódico «The Star», ha sido prohibida por el Gobierno.

En sus 115 páginas, el libro «Sexo islámico. Combatiendo a los judíos para devolver el sexo islámico al mundo» recomienda a las mujeres que sean sumisas para tener contentos a sus maridos.

Aunque dicha guía no se vende en las librerías y solo se entrega a los miembros del Club, la Policía multará su posesión con una sanción de 50.000 ringgit (11.535 euros) y su venta o copia será penada con hasta tres años de cárcel.

Según Abudl Aziz Mohamad Nor, un funcionario del Ministerio del Interior citado por «The Star», dicho libro ha sido censurado porque el «Club de las Esposas Obedientes» está ligado a la ilegalizada secta Al-Arqam del patriarca Abuya.

Una sociedad moderna y desarrollada

Malasia es una de las sociedades más modernas y desarrolladas del Sureste Asiático, pero en los últimos tiempos se está extendiendo el islamismo más conservador para preocupación de las minorías de chinos budistas, hindúes y cristianos. Siguiendo los dictados del Corán, la ley permite la poligamia con cuatro mujeres.

«Estas iniciativas dan mala imagen de nuestro país y del islam», ha criticado la ministra de Familia, Shahrizat Abdul Jalil, lo que muchos consideran una vuelta a la época medieval que echa por tierra siglos de lucha por los derechos femeninos.

«No es más que otro ejemplo de culpar a las mujeres de problemas sociales como el divorcio o el acoso sexual», explica a ABC Ratna Osman, directora de la organización feminista Hermanas del Islam. «La sumisión de las esposas no es un modo más islámico de vida, pero las leyes que rigen para los musulmanes de Malasia no otorgan los mismos derechos a las mujeres en caso de divorcio, como ocurre con hindúes y cristianas», denuncia Osman.

Frente a dichas minorías, la mayoritaria etnia malaya, musulmana por obra y gracia del artículo 160 de la Constitución, está sujeta a los tribunales de la «Sharía» (ley islámica), que persiguen la apostasía, la estrecha proximidad de hombres y mujeres sin lazos de sangre («khalwat»), el sexo fuera del matrimonio («zina») y hasta imponen penas de latigazos por beber alcohol.

El Ministerio del Interior malasio ha impuesto una pena de hasta tres años de cárcel para cualquier persona o entidad que publique el «Sexo islámico, combatiendo a los judíos para devolver el sexo islámico al mundo», un manual de 115 páginas que ha sido distribuido entre las seguidoras del club en Indonesia, Malasia y Singapur, de acuerdo con el diario The Star.

La división de Control de Publicación del citado Ministerio fundamenta la prohibición en que el libro pertenece a una organización vinculada con la secta herética Al-Arqam y en que el contenido incumple la normativa de la censura oficial.

 

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