El crimen que despertó la ira en una ciudad de Pakistán asolada por los crímenes contra las niñas
#JusticeForZainab (justicia para Zainab)
Cientos de miles de personas se preguntaban estos días de dónde venía esta etiqueta que se hizo viral en las redes sociales y cuál era su significado.
Unos clicks les permitían descubrir con sorpresa que la campaña llegaba desde Kasur, en la frontera de Pakistán con India, y que Zainab era el nombre de una niña de seis años brutalmente violada y asesinada en esta ciudad.
Pero el de Zainab no es un suceso aislado.
El suyo es solo el último de una serie de abominables casos similares registrados en los últimos meses en este lugar que muchos consideran como un verdadero infierno para las niñas.
Tanto, que la población de Kasur dijo basta y pasó de protestar en internet a manifestarse masivamente en las calles esta semana contra la actuación de una policía en la que ya no confían y que aún no ha sido capaz de encontrar al asesino.
Pero ¿qué está pasando en Kasur y por qué solo el caso de Zainab despertó la ira de sus vecinos y de millones de personas en el resto del mundo?
«Un cementerio»
Zainab Ansari desapareció el 4 de enero cuando se dirigía a sus clases de Corán. Su última imagen fue tomada por cámaras de seguridad que la grabaron de la mano de un hombre desconocido.
Cinco días después, su cuerpo fue encontrado bajo una montaña de basura. La autopsia apunta a que fue violada y estrangulada.
«Es como si el mundo hubiera acabado… no tengo palabras», dice su padre, Ameen Ansari.
Solo en el último año, en Kasur hubo al menos diez casos similares al de Zainab según un documento policial al que tuvo acceso la BBC.
En seis de las víctimas, incluida Zainab, la policía encontró restos de un mismo ADN que apuntan a un sospechoso que no ha sido localizado.
Hay más coincidencias. Todas eran niñas pequeñas, desaparecieron muy cerca de sus casas en la misma zona y sus cuerpos fueron arrojados a basureros o casas abandonadas.
Hace justo un año, la familia de Ayesha Bibi, otra niña de cinco años del municipio, la buscaba desesperadamente. Ella también apareció asesinada poco después.
«Esto no es un hogar, es un cementerio. Desde que mataron a Zainab, es como si perdiéramos de nuevo a nuestra hija».
Su familia quedó marcada para siempre por la tragedia. Asegura que su otra hija no habló durante cuatro meses, y que se negaba a ir a una boda familiar por temor a ser secuestrada.
«La gente en la ciudad tiene miedo. Las niñas tienen miedo hasta de ir al baño, les dicen a sus madres que esperen fuera y no cierran la puerta».
Qainat, de seis años, fue otra de las niñas que desapareció en el último año. Fue hallada en un cementerio en noviembre, aunque ella fue la única que -si bien gravemente malherida- logró sobrevivir a los ataques.
Hoy se recupera muy lentamente en el hospital. Sus familiares dicen que está completamente paralizada de cabeza para abajo, es incapaz de hablar y no reconoce a nadie.
Desconfianza en la policía
El distrito de Kasur fue escenario en los últimos años de numerosos casos de pedofilia y abuso sexual infantil, si bien en pocas ocasiones llegan a ser denunciados ante las autoridades.
En 2015, salió a la luz un escándalo de pornografía infantil en el que cerca de 300 menores de la zona fueron violados y filmados en videos que eran después comercializados o utilizados para chantajear a sus familias.
Según un informe de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, un número muy pequeño de los casos llegó a ser denunciado y solo después de que fueran destapados por los medios de comunicación.
Según los padres de los menores, el estigma social y «el atroz comportamiento de la policía» con aquellos que llegaron a denunciar eran sus razones para no reportar lo ocurrido y optar por mantenerlo en secreto.
La escasa confianza de los vecinos de Kasur en la policía alcanzó su límite esta semana cuando, convencidos de que las autoridades no hacen lo suficiente por erradicar esta lacra de violencia, organizaron protestas masivas en las calles.
El miércoles, dos manifestantes murieron después de que una multitud intentara asaltar la comisaría de policía y los agentes abrieran fuego. Algunos edificios gubernamentales fueron atacados con piedras.
El padre de Zainab le dijo a la BBC que no estaba de acuerdo con la violencia de algunos manifestantes, pero que entendía su enfado con las autoridades.
«Si la policía hubiera hecho su trabajo correctamente, la habrían encontrado (a Zainab) tan pronto como recibieron las imágenes de las cámaras de seguridad».
Muchos habitantes están convencidos de que algunos agentes podrían estar involucrados con grupos criminales, y creen que buscan «cabezas de turco» para evadir sus responsabilidades.
El padre de la niña Ayesha dijo que la policía había llevado ante él en varias ocasiones a varias personas detenidas, asegurando que eran los responsables del asesinato de su hija.
Incluso los hombres reconocían haberla matado.
«Pero yo no les creí. Dije que el ADN era parte de la investigación, y hasta que no se demostrara, no lo creería. Cuando se conocieron los resultados del ADN, quedó claro que no eran los culpables».
Muchos se preguntan por qué el caso concreto de Zainab, y no cualquiera de los anteriores crímenes, consiguió despertar la ira de una sociedad que había permanecido mayoritariamente en silencio.
Algunos analistas creen que uno de los motivos podría ser el uso que diferentes políticos de la oposición le dieron al caso como manera de criticar la labor del partido gobernante PML-N.
Otros apuntan a la posición privilegiada de los parientes de la niña.
«La familia de Zainab es rica y tiene conexiones con políticos. El resto somos pobres. Ningún político vino a vernos. A nadie le importa«, explica el tío de Quainat, otra de las niñas desaparecidas.
Políticos locales como el primer ministro del estado de Punjab, Shahbaz Sharif, visitaron al padre de Zainab y le prometieron que el asesino de su hija sería capturado.
El gobierno estatal ofrece una recompensa de US$90.000 a cualquiera que ofrezca una pista que pueda dar con su paradero.
La gente en la ciudad tiene miedo. Las niñas tienen miedo hasta de ir al baño, les dicen a sus madres que esperen fuera y no cierran la puerta»
Asif Baba, padre de Ayesha (5 años), asesinada en Kasur
Las redes sociales, por otro lado, también jugaron un papel importante a la hora de presionar y lograr atención para este caso.
El hashtag #JusticeForZainab fue utilizado por cientos de miles de usuarios que pedían una respuesta de las autoridades pakistaníes, así como un debate más profundo sobre el grave problema del abuso y asesinato de niñas.
Conocidas personalidades como jugadores de cricket (el deporte más popular en Pakistán) se hicieron eco en sus redes sociales, así como la activista y premio Nobel de la paz, Malala Yousafzai.
Con el corazón roto tras escuchar acerca de Zainab – una niña de siete años abusada y brutalmente asesinada en Kasur, Pakistán. Esto tiene que parar. El gobierno y las autoridades competentes deben tomar medidas. #JusticiaParaZainab
Otros aprovecharon para recordar los nombres de otras niñas víctimas de asesinato que no lograron la atención mediática conseguida por Zainab.
Sin embargo, la idea más generalizada es que si el caso de Zainab despertó este nivel de ira es por ser la gota que colmó el vaso tras semejante acumulación de asesinatos y por la aparente incapacidad de la policía de encontrar al asesino que sigue provocando terror entre las familias de la ciudad.
Una fuente de la policía local le dijo a la BBC que había una urgencia real en encontrar al asesino.
El tío de Qainat opina lo mismo.
«No podemos dejar que esto le pase a otra niña».
Fuente original: BBC Mundo/Leer más
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