CRIMEN Y CASTIGO

«Dios, no quiero morir»: lo último que escribió el misionero asesinado a flechazos en una remota isla

John Allen Chau sabía que esa incursión en la Isla Sentinel del Norte podría ser su última experiencia en este mundo

"Dios, no quiero morir": lo último que escribió el misionero asesinado a flechazos en una remota isla
La ultima fotografia de John Allen Chau, con vida. EP

El objetivo de John Allen Chau, de 26 años, era claro: quería convertir a los miembros de una tribu que habitan una de las islas más remotas de India. El misionero sabía que a cada paso se enfrentaba a peligros mortales.

Y lo escribió: «Dios, no quiero morir».

Chau, de la ciudad de Vancouver en el estado norteamericano de Washington, estaba de visita en India en una aventura misionera. El joven publicaba cada incursión en su cuenta de Instagram (Misionero evangelizador murió a flechazos por indígenas que rechazan el contacto con la civilización).

Pero la última no pudo registrarse. Fue interceptado y asesinado por los miembros de una tribu de cazadores y recolectores de las Islas Andaman, en la Bahía de Bengala.

El misionero quiso conquistarlos ofreciéndoles peces y pequeños regalos. En lugar de recibirlo como un invitado, las flechas atravesaron su cuerpo, matándolo de inmediato.

Los nativos enterraron su cuerpo que ahora pretende ser recuperado por las autoridades indias.

Los asesinos de Chau pertenecen a la tribu de Sentineleses. Sus integrantes han permanecido aislados durante siglos y tomaron la presencia de Chau como una amenaza.

La Isla Sentinel del Norte está fuera del alcance de los visitantes y turistas para las leyes indias. El joven de Vancouver fue allí sabiendo que podía morir.

La pequeña tribu vive en chozas e históricamente fue hostil hacia todo lo que fuera extranjero y perteneciente al continente. Chau se acercó a ellos en un pequeño kayak, pero de inmediato sintió que estaba en problemas.

Intentó hablarles en su idioma, pero no tuvo respuesta. También comenzó a cantarles canciones religiosas. Sin suerte.

«Grité: ‘Mi nombre es John, te amo y Jesús te ama'», escribió en su diario Chau. Uno de los jóvenes de la tribu le disparó con una flecha, que perforó su Biblia.

«Ustedes podrían pensar que estoy loco por todo esto, pero creo que vale la pena declarar a Jesús a estas personas. Dios, no quiero morir», escribió en una última nota a su familia el 16 de noviembre, poco antes de dejar el bote de pesca para conocer a los miembros de la tribu. Esa decisión le costó la vida.

Pescadores vieron a lo lejos cómo los nativos sentineleses enterraban el cuerpo de Chau en un sector de la isla. Pese a las evidencias, Lynda Adams-Chau, la madre del joven misionero, cree que aún está vivo.

«Creo que todavía está vivo. Me lo dicen mis oraciones», dijo la mujer en un correo enviado a The Washington Post.

Los familiares de Chau publicaron un mensaje en su cuenta de Instagram reconociendo las malas noticias. «Era un hijo, hermano, tío amado y nuestro mejor amigo.

Para otros, fue un misionero cristiano, un médico de emergencias en el desierto, un entrenador de fútbol internacional y un montañista. Amaba a Dios, a la vida, ayudando a los necesitados y no tenía más que amor por los sentineleses».

No era la primera vez que Chau se internaba en una peligrosa aventura. Sabía los riesgos que corría al sumergirse en esa isla hostil. Ya había estado en otras situaciones complicadas en África y en Asia. Pero él quería seguir dando a conocer la palabra de Cristo.

Había realizado cuatro viajes anteriores a las Islas Andaman y Nicobar a partir de 2015 y llegó a Port Blair a mediados de octubre con una visa de turista, según la policía. Pagó a cinco pescadores para que lo llevaran a North Sentinel Island, dijo Deepak Yadav, un alto oficial de la policía en Port Blair.

Yadav contó que Chau y los pescadores con que se internó en las aguas llegaron a las islas alrededor de la medianoche del 14 de noviembre. Al día siguiente, el joven misionero usó un kayak para acercarse a la isla e intentó hablar con los isleños, que se sabe que le dispararon flechas por primera vez.

Los pescadores dijeron a la policía que vieron por última vez a Chau con vida el viernes. A la mañana siguiente, vieron su cuerpo «ser arrastrado y luego enterrado», relató Yadav.

Es tal el misterio que rodea a estos isleños que nadie sabe con certeza cuántos viven en la isla. Los intentos de los funcionarios de la India para contarlos a distancia han reducido su número a menos de 100.

El gobierno adoptó una política de «aislamiento con mínima intervención» hacia los sentineleses y otras tribus en las Islas Andaman y Nicobar, que se encuentran en la Bahía de Bengala frente a la costa oriental de la India.

«Es una propuesta difícil», dijo Dependera Pathak, director general de policía en las islas, consultada por respecto de la posibilidad de recuperar el cuerpo.

«Tenemos que ver qué es posible, cuidando al máximo la sensibilidad del grupo y los requisitos legales».

La policía está consultando a antropólogos, expertos en bienestar tribal y académicos para encontrar una manera de recuperar el cuerpo.

El oficial informó que siete personas han sido arrestadas por ayudar a Chau, incluidos cinco pescadores, un amigo y un guía turístico local.

Fue «una aventura tonta», dijo P.C. Joshi, profesor de antropología en la Universidad de Delhi, que ha estudiado las islas. «Él invitó a esa agresión». Joshi observó que la visita no solo arriesgaba la vida de Chau, sino también la vida de los isleños que tienen poca resistencia a muchas enfermedades. «No son inmunes a nada. Una cosa simple como la gripe puede matarlos», dijo.

«¿Por qué este hermoso lugar tiene que tener tanta muerte aquí? Espero que esta no sea una de mis últimas notas, pero si lo es, que ‘para Dios sea la Gloria'», fueron las últimas palabras que escribió Chau antes de que una flecha terminara con su vida.

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