Sus promesas de cambiarlo todo de arriba abajo no se sostienen un año después
A nueve meses de su designación presidencial, Barack Obama parece decepcionar a a la progresía planetaria. Lo ha dicho Arianna Huffington, la creadora de «The Huffington Post», la suprema sacerdotisa de la blogosfera obamista: el presidente Obama no se parece en nada al candidato Obama. Sus promesas de cambiarlo todo de arriba abajo no se sostienen un año después.
Como cuenta ABC, la Casa Blanca sigue estando en Washington –la señora Huffington llega a sugerir en su artículo que la trasladen a Chicago, a ver si así corre el aire- y en el círculo de poder están “los de siempre”, empezando por Hillary Clinton y acabando por el nada rompedor asesor económico de cabecera de Obama, Larry Summers.
El matrimonio gay sigue sin estar en la agenda presidencial, las reformas sanitarias y financieras son de compromiso y sigue habiendo soldados americanos en Irak. Resumiendo, esto es una gran decepción.
Menos crudo lo ven otros ilustres progresistas, bien es verdad que con intereses personales en la marca. Es el caso de David Plouffe, que fue el jefe de la extraordinaria campaña electoral de Obama y ahora acaba de publicar un esperado libro épicamente titulado “La Audacia de Ganar”.
Y en el cual detalla sin aliento y a ritmo de thriller los grandes hitos de la estrategia medio contagiosamente idealista, medio cuidadosamente pragmática, que llevó derecho a la Casa Blanca a un presidente teóricamente imposible.
“Me pregunto qué pensaría el candidato Obama del presidente Obama. Miraría lo que está haciendo la Casa Blanca y se preguntaría ¿Y eso es para lo que mis simpatizantes han trabajado tan duro?”, se preguntaba Huffington haciéndose eco de la decepción progresista.