Antes del tiroteo, baja la ventanilla.
Andrew J. Burwitz, ciudadano de 20 años residente en Appleton, Wisconsin (EE.UU.) estaba cabreado con el mundo. Su novia le había dejado sin razón aparente. Así que se fue al bar en su coche -en el que, para variar, llevaba un arma-. En el local empezó a beber compulsivamente y decidió que se iba a vengar no sólo de la pobre muchacha, sino también de su familia y de algún vecino, cualquiera.
DEL BAR AL COCHE
Así, abandonó el bar borracho, se subió al coche, fue directo al hogar de su ex, sacó el arma de la guantera, apuntó a la casa, apretó el gatillo…y un ruido de disparos y cristales rotos despertó a la familia.
Se encontraron un par de impactos de bala en la fachada y se oyó marchar un coche. Afortunadamente nadie había sido herido pero… ¿por qué oyeron cristales rotos si ninguna bala había hecho blanco en las ventanas?
La policía, al buscar rastros por la zona, encontró restos de cristal de la ventanilla de un coche. Rastreando, como se puede ver en CSI (suponemos), dieron con un taller de reparación donde recientemente un tal Burwitz había llevado a reparar uno de los cristales de su coche. (Agencias)