La Asociación de Historia Contemporánea reclama la revisión del Diccionario Biográfico Español

El presidente de la Asociación de Historia Contemporánea (AHC), Carlos Forcadell, ha reclamado este miércoles la revisión del Diccionario Biográfico Español que elabora la Real Academia de la Historia al apreciar que resucita «el viejo historicismo» de que realice la biografía de un personaje un investigador afín al mismo.

La Asociación de Historia Contemporánea fue constituida en 1988 y cuenta en la actualidad con más de 700 miembros. En los últimos 20 años ha editado 82 números de la revista trimestral ‘Ayer’ y ha reunido diez congresos con periodicidad bienal, por lo que esta asociación es «una buena representación de la profesión de los historiadores contemporaneístas, como docentes e investigadores, de su evolución en las últimas décadas y de su situación actual».

Así, en un comunicado, el presidente de la AHC recuerda que la publicación de las primeras decenas de volúmenes del Diccionario Biográfico Español «ha sido motivo de numerosas reacciones que van de la crítica a la indignación y la condena, incluyendo la exigencia de rectificación planteada por el Gobierno de España a su director».

Aunque la Junta Directiva de la AHC desea elaborar un análisis «crítico» del DBE, también cree necesario manifestar una opinión sobre las características y significación del Diccionario de la RAH, tanto desde la perspectiva de la profesión de historiadores, como sobre el impacto que la actuación de la Academia puede tener en el debate público sobre la asunción del pasado reciente por la sociedad y la ciudadanía en su conjunto.

Para la Asociación, «la Real Academia de la Historia, desde principios del siglo XX, se ha ido convirtiendo en una lejana alegoría escasamente representativa de la profesión de historiador, conservando y reproduciendo vetustas liturgias, comprensibles cuando son inocuas, pero menos tolerables cuando acaban repercutiendo negativamente en la lenta y dificultosa reconstrucción de un consenso historiográfico y público», advierte, si bien admite que «es muy probable que la mayor parte de las biografías sean solventes, reflejo de los avances de la disciplina y producto de investigaciones recientes».

La AHC recuerda como el historiador Federico Suárez Verdeguer, «cabeza de la historiografía más conservadora durante el franquismo, mantenía la firme convicción de que «un católico practicante dispone, para comprender la profunda evolución que constituye el Cister, de unos medios que le están vedados a un ateo o a un agnóstico», como dejó escrito en 1976″.

Este presupuesto «conduce lógicamente a que la biografía de Francisco Franco la escriba un franquista, o la de José María Escrivá un miembro de su Opus Dei, en ambos casos el académico Luis Suárez, quien, siendo juez y parte, se piensa que estará en mejores condiciones que otros para comprender la significación histórica de sus biografiados», asevera la Asociación.

Sin embargo, «el problema va más allá de este extravagante caso», ya que parece que «este viejo paradigma historicista, resucitado ahora con toda naturalidad, se aplica más sistemáticamente, pues la biografía de Durruti se le encarga al libertario Abel Paz, la del golpista Alfonso Armada a su yerno y la del presidente Tarradellas a su secretario J.M. Bricall».

LO RESUCITA LA CUPULA DE LA PROFESION

De esta forma, mientras «el oficio de historiador se ha construido a lo largo del último siglo, precisamente, contra el viejo historicismo, ahora se resucita desde la cúpula honorable de la profesión» que despierta «un presupuesto metodológico obsoleto que ha de suponer un lastre para el DBE, tanto más pesado cuanto más se aplique como criterio para atribuir la autoría de los textos».

Para el presidente de la AHC, Carlos Forcadell, «el reconocimiento del trabajo riguroso que ha fluido hacia los listados del Diccionario de la RAH exige proponer su revisión, al menos de la parte relativa a los siglos XX y XXI que conocemos hasta ahora, porque no refleja el estado actual de nuestra disciplina».

Al respecto, la Asociación cree que se podría encargar a evaluadores externos el control de la calidad y la revisión de los textos del Diccionario que, «especialmente en su versión digital, debe atenerse en su conjunto a los procedimientos regularmente aplicados en nuestra disciplina».

Además, opinan que la revisión es necesaria también «porque, en lo que se refiere a la historia más contemporánea y reciente, el DBE es perjudicial para el mantenimiento y continuidad de los avances historiográficos y de los consensos ciudadanos alcanzados desde el final de la dictadura franquista».

«Existe una historiografía revisionista, relativista, negacionista (incluso del Holocausto) en los países de nuestro entorno. Pero en ninguno ha sido planteada o alimentada desde la cúspide simbólica de la profesión, circunstancia que debería ser aprovechada para estimular y reevaluar el debate profesional y público entre historiadores sobre el pasado de la Guerra Civil y del Franquismo», concluye el comunicado de la Asociación de Historia Contemporánea.

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