Las autoridades norteamericanas también vinculan El Aulaki con el soldado norteamericano Nidal Malik Hassan, que mató a 13 compañeros en la base de Fort Hood en 2009
Barack Obama ha valorado hoy la muerte de Anuar el Aulaki como «otro hito en el camino hacia la derrota de Al Qaeda y sus afiliados».
Los investigadores norteamericanos consideran su desaparición el mayor logro de la lucha antiterrorista desde la eliminación de Osama bin Laden y, aunque alcanzó notoriedad sobre todo por sus prédicas religiosas extremistas en Internet, se le atribuye desde hace tiempo una destacada responsabilidad operativa.
El presidente norteamericano, en el acto oficial de despedida del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, almirante Michael Mullen, ha calificado el ataque que acabó con la vida de El Aulaki como «un gran golpe contra Al Qaeda» y ha aludido al clérigo nacido en territorio estadounidense como el principal responsable de Al Qaeda en la Península Arábiga, «la rama más activa» de la red creada por Bin Laden.
Obama ha advertido que ese golpe demuestra, además, la decisión de su Administración de perseguir sin tregua a los cabecillas terroristas allí donde se encuentren.
«Al Qaeda no va a encontrar un santuario en ninguna parte del mundo».
El Gobierno de Obama ha multiplicado en los últimos meses este tipo de ataque selectivos, especialmente con aviones sin tripulación (drones) en Afganistán, pero también en Pakistán, Somalia y Yemen.
La muerte de El Aulaki es fruto de una compleja operación de los servicios de inteligencia de EE UU, que estuvieron siguiendo muy de cerca sus pasos desde hacía, al menos, un par de semanas. En ella intervinieron agentes de la CIA sobre el terreno y fuerzas del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, el mismo que llevó a cabo el asalto y la muerte de Bin Laden.
Antes de tener tiempo para efectuar pruebas de ADN o tomar fotografía del cadáver, las autoridades estadounidenses dieron ya por seguro que El Aulaki era uno de los muertos en el ataque, realizado por drones, con el apoyo de aviones convencionales. Eso hace pensar que el líder religioso estaba muy estrechamente vigilado por los servicios de seguridad norteamericanos, incluso que agentes de este país pudieron presenciar lo ocurrido en el mismo lugar de los hechos.
La muerte de El Aulaki demuestra una nueva y sorprendente eficacia de las operaciones diseñadas entre la CIA y el Pentágono para eliminar a dirigentes terroristas. Ante el inminente final de la guerra de Irak y el comienzo de la retirada de Afganistán, esa fórmula se va imponiendo, sobre la guerra convencional, como la vía más adecuada para hacer frente a este tipo de enemigos.
LA POLÉMICA
¿Violación del derecho internacional? El asesinato de Anwar al Awlaki, un clérigo musulmán con pasaporte de Estados Unidos y líder de Al Qaeda en la Península Arábiga ha vuelto a abrir la caja de los truenos. Algo similar ya ocurrió con la muerte de Osama bin Laden.
Expertos legales critican desde hace tiempo el programa de gobierno de los EEUU para matar a miembros de Al Qaeda en el extranjero. Además, se ha filtrado que el presidente Obama había autorizado en enero de 2010 su eliminación a través de un ‘asesinato selectivo’.
Al Awlaki fue asesinado en un ataque de aviones no tripulados de la CIA en un remoto pueblo de Yemen, según informaron las autoridades de EEUU.
Nació en Nuevo México, había alentado y estuvo implicado en varios ataques o intentos de atentado contra objetivos estadounidenses, como el que tuvo lugar contra un avión de EEUU en el año 2009, así como el asesinato de 13 personas en Fort Hood (Texas, EEUU). El imam radical ya había escapado de un anterior ataque, también en Yemen.
«El hecho de que Al-Awlaki tuviera doble nacionalidad, estadounidense y yemení, significa que tenía protecciones adicionales en virtud de la Constitución de EEUU, algo que no hubiera pasado su fuera sólo ciudadano yemení», dice Mary Ellen O’Connell, profesora de derecho internacional en la escuela de leyes de la Universidad de Notre Dame.
«El presidente ha hecho algo que, en mi opinión, es muy cuestionable».
Los asesinatos selectivos
Bajo la administración de Barack Obama, Estados Unidos ha intensificado el uso de ataques aéreos re presuntos terroristas. En un discurso pronunciado el año pasado, el asesor legal del Departamento de Estado Harold Koh defendió la focalización sobre estos objetivos y aseguró que se cumple con todas las «leyes aplicables, incluyendo las leyes de la guerra».
Koh dijo que cuando un Estado que «está involucrado en un conflicto armado o en legítima defensa, no es necesario un proceso legal y el Estado puede utilizar la fuerza letal».
Un ex funcionario de seguridad nacional de EEUU ha explicado que los ataques con aviones no tripulados pueden ser lanzados contra cualquiera que esté en la lista de objetivos.
Antes de que el nombre de Al Awlaki fuera colocado en la lista de objetivos, la CIA lo envió a la Casa Blanca para su aprobación, al tratarse de un ciudadano estadounidense, dijo la fuente.
«Como hemos visto hoy, es un programa bajo el cual los ciudadanos de EEUU muy lejos del campo de batalla pueden ser ejecutados por su propio gobierno sin un proceso judicial y sobre la base de normas y pruebas de que son secretas», afirma Jameel Jaffer, subdirector legal de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (American Civil Liberties Union o ACLU).
El año pasado, la ACLU y otros grupos de libertades civiles pidieron legalmente detener el programa de la administración Obama para capturar o matar a ciudadanos estadounidenses que se unan a los grupos militantes en el extranjero.
El juez de distrito John Bates, en Washington, desestimó el caso alegando carecer de legitimación para el caso, y no abordó el fondo del asunto.
Justificaciones
Algunos expertos en derecho internacional afirman que el asesinato de Al Awlaki parece sustentarse en un terreno legal firme. Robert Chesney, profesor de la facultad de derecho de la Universidad de Texas reconoce que si bien tenía derechos como ciudadano estadounidense, «otras circunstancias» justifican la acción del Gobierno.
Debido a que el gobierno tenía pruebas de que representaba una amenaza y porque no existían muchas posibilidades de que pudieran detenerlo, EEUU tenía el derecho legal de tomar medidas, dice Chesney.
«La pregunta del millón es: ¿la muerte de Al Awlaki significa que el Gobierno puede matar a cualquier estadounidense en cualquier momento si ellos dicen que tienen informaciones de Inteligencia que muestran que la persona es un terrorista».
«La respuesta es no, no creo que esto sirva para todos».
Sin embargo, otros expertos dicen que el Gobierno debería haber tratado de detenerlo y llevarlo a un tribunal de EEUU.