En medio del debate antiinmigración que se ha extendido por Reino Unido en las últimas semanas, alentado por el auge del partido aniteuropeo UKIP, militantes de extrema derecha se enfrentaron anoche con la policía antidisturbios en Woolwich
Ingrid Loyau-Kennett, de 48 años, se encontraba en Woolwich, al sur de Londres, cuando dos extremistas islámicos acuchillaron hasta la muerte a un soldado.
La mujer, madre de dos hijos, mantuvo la calma y entabló una conversación con los supuestos terroristas, que aún estaban armados y con las manos llenas de sangre, en una imagen que ha dado la vuelta al mundo.
Loyau-Kennett viajaba en un autobús y cuando vio la escena, se bajó para comprobar el pulso del soldado. Le ha contado a Conal Urquhart del diario The Guardian cómo fue capaz de sobreponerse al miedo y plantar cara a los dos faánticos islámicos que con las manos manchadas de sangre y enarbolando cuchillos y machetes, se regodeaban de su fechoría:
«Al ser la líder de un club juvenil estoy preparada para los primeros auxilios así que en principio pensé que era un accidente».
«Entonces me acerqué y vi que no tenía pulso. No podía ver la cara del hombre pero tampoco nada que indicara que alguien había intentado decapitarlo. Tampoco había nada que sugiriera que era un soldado».
«Entonces un hombre negro con un sombrero negro y un revólver en una mano y un cuchillo de carnicero en la otra se acercaron. Estaba muy nervioso y me dijo que no me acercara al cuerpo».
Loyau-Kennett asegura a ‘The Guardian’ que no sintió nada especial en ese momento.
«No tuve miedo porque no estaba borracho ni drogado, estaba normal. Podía hablar con el y él quería hablar así que eso es lo que hicimos».
La conversación se prolongó por más de cinco minutos, en los que otros viandantes fotografiaron a esta mujer de Cornualles dialogando con los atacantes.
«Le pregunté por qué lo había hecho. Me dijo que lo mató porque era un soldado británico que mataba mujeres y niños musulmanes en Irak y Afganistán. Estaba furioso por la presencia del Ejército británico allí».
Loyau-Kennett asegura que el terrorista le espetó:
«Vamos a empezar una guerra en Londres esta noche».
«Entonces le pregunté qué iba a hacer porque la policía iba a llegar pronto. Dijo que era una guerra y que si la policía llegaba, iba a matar a los agentes. Estaba claro que era lo que quería hacer».
Cuando el primero de los asesinos se fue «a hablar con otra persona», la mujer se dirigió al otro atacante.
«Era más tranquilo y más tímido. Le pregunté si me quería entregar el arma y me dijo No, no, no».
«Entonces vi que mi autobús se movía y supuse que la policía estaría a punto de llegar».
Loyau-Kennett anunció a los terroristas que se iba y se montó de nuevo en el autobús.
«Diez segundos después de subir al bus, vi un coche de policía y dos agentes, un hombre y una mujer, saliendo de él. Los dos hombres negros corrieron hacia el coche y los agentes les dispararon, creo que en las piernas».
«Vi al hombre con el sombrero negro gravemente herido, pero ambos seguían moviéndose».
Entonces el autobús empezó a alejarse.
«Estoy feliz de haber conseguido hacer algo que puede que haya evitado más problemas. Me siento bien ahora mismo, pero supongo que la conmoción puede afectarme más adelante».
Entre las múltiples reacciones de condena por el crimen, incluida la de la asociación británica de musulmanes, llegó la de los más radicales.
En medio del debate antiinmigración que se ha extendido por Reino Unido en las últimas semanas, alentado por el auge del partido aniteuropeo UKIP, militantes de extrema derecha se enfrentaron anoche con la policía antidisturbios en Woolwich. Dos hombres fueron detenidos en sendos ataques contra mezquitas.
Fuentes del Gobierno británico han confirmado oficialmente que la víctima era un soldado, y se han extremado las medidas de seguridad tanto en el número 10 de Downing Street, la residencia oficial del primer ministro, como en los principales cuarteles militares del país.
El primer ministro, el conservador David Cameron regresó precipitadamente a Londres desde París tras reunirse con el presidente francés, François Hollande, para presidir hoy la reunión de la comisión de emergencia Cobra.
Entre los asistentes estarán el comisario de la policía Bernard Hogan-Howe, el director del MI5, el general Andrew Parker, la ministra de Interior Theresa May, el secretario de Defensa, Philip Hammond y el alcalde de Londres, Boris Johnson.
LOS DOS DECAPITADORES
El líder del grupo islamista Al Muhajiroun, Anjem Choudary, conoció a uno de los decapitadores de Londres. El asesino es un británico de origen nigeriano que se convirtió al Islam en 2003.
«Era un hombre agradable y tranquilo. Se convirtió al Islam en 2003. Era sólo un tipo completamente normal. Estaba interesado en el Islam, en memorizar el Corán. Desapareció hace como dos años. No sé bajo qué influencias puede haber estado desde entonces».
«Asistía a nuestras reuniones y lecturas. No lo describiría como un miembro de Al Muhajiroun. Había un montón de gente que venía a nuestras actividades pero no eran necesariamente miembros».
El grupo Al Muhajiroun lo formó el iman radical Omar Bakri Mohammed, que ha sido acusado de financiar a mujaidín (yihadistas) y es reclamado por Líbano por un caso de terrorismo.