El 'Monstruo de Cleveland' insiste en que no es “el monstruo que todos quieren pintar”
Ariel Castro, el monstruo que secuestró a tres chicas en Cleveland (Ohio, Estados Unidos) y las mantuvo encarceladas durante casi una década toturándolas y violándolas a diario, ha sido condenado a cadena perpetua sin posibilidad de recurso tras alcanzar un pacto con la fiscalía para evitar la pena de muerte.
El tipo se ha reconocido culpable para evitar la pena de muerte
El pacto supondrá que Castro pasará el resto de su vida en la cárcel y no tendrá posibilidad de solicitar su libertad condicional.
Castro ha evitado ir a juicio para eludir ser condenado a la pena capital, ya que entre los 977 cargos que pesaban sobre él, había dos por homicidio por la interrupción del embarazo de una de las rehenes.
«He pasado 11 años en el infierno, pero ahora comienza el tuyo».
Michelle Knight, la joven que más tiempo estuvo sometida a las vejaciones de Ariel Castro, el hombre que la mantuvo cautiva durante una década, junto a Amanda Berry y Gina DeJesus, en su vivienda de Cleveland, Ohio (EEUU), es la única de las tres mujeres que ha comparecido este jueves en la vista en la que se le ha condenado a cadena perpetua.
La semana pasada, el secuestrador accedió a declararse culpable de los 937 cargos de los que se le imputan –que incluyen homicidio agravado, torturas y violaciones– para eludir la pena de muerte a cambio de una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
EL SECUESTRO
Castro secuestró a las tres mujeres -Michelle Knight, Amanda Berry y Georgina «Gina» DeJesus- en un periodo de dos años a partir de 2002.
Con una de ellas, Berry, tuvo una hija que tiene actualmente seis años. Las cuatro fueron liberadas el pasado mes de mayo, después de que una de ellas pidiera ayuda a un vecino aprovechando una salida de su secuestrador.
«No soy un monstruo, solo estoy enfermo»
Vestido con el mono naranja de presidiario, esposado y con gafas, Castro entró a la sala del juzgado pasadas las nueve y media de la mañana.
«Quiero pedir perdón a las víctimas».
Al final de la vista, el secuestrador ha insistido en que no es «el monstruo que todos quieren pintar».
«Cuando secuestré a la primera víctima no lo tenía planeado».
«No soy un monstruo, solo estoy enfermo», ha asegurado el condenado, que se ha definido como un adicto al sexo y a la pornografía.
«Tengo una adicción, como un alcohólico tiene una adicción».
«Creo que soy adicto a la pornografía hasta el punto de que me hace impulsivo y perder la cabeza».
«No intento poner excusas. Soy una persona feliz por dentro».