Le piden diez años de prisión, aunque al reconocer su culpa se le rebajará la pena
Vincent Bright, un estadounidense de 40 años de edad, no se hacía a la idea de que su padre, de 93, hubiese fallecido. Por eso el pasado 14 de enero se fue raudo y presto al cementerio donde le habían enterrado, y lo sacó del ataúd llevándoselo a rastras hasta su domicilio en Detroit.
Una vez allí metió el cadáver dentro de un congelador, para que se mantuviera fresco. Tras esto, comenzó a rezar, pensando que sus súplicas le devolverían la vida.
Pero nada de esto lógicamente aconteció, y la policía llegó al lugar y le detuvo tras las denuncias de unos vecinos que le habían visto muerto en ristre.
ESTÁ PERFECTAMENTE
El examen médico realizado a Bright ha determinado que el hombre se encuentra en plenas facultades mentales y que no padece ninguna enfermedad.
El hombre, que se enfrentaba a 10 años de cárcel, no entrará en prisión por decisión del Tribunal de la mentada ciudad ya que, al reconocer su culpa, la condena se reduce.