Si bien parecía no envejecer, en realidad lo hacían algunas partes de su cuerpo de forma muy lenta
Brooke Greenberg, la joven estadounidense atrapada para siempre en el cuerpo de un bebé, ha muerto a los 20 años. De lo extraordinario de su caso dan fe los distintos apelativos que recibió en su corta y singular existencia: el bebé eterno, la niña que no envejece, la niña que no quería crecer. Los médicos bautizaron como ‘síndrome X’ su extraña condición genética.
A su muerte, cuando debería tener el cuerpo de una joven mujer adulta, Brooke seguía conservando el aspecto de un bebé. Ya con 17 años aparentaba apenas uno. 7 kilos de peso, poco más de medio metro de altura, dientes de leche, balbuceos en lugar de palabras completas.
ACHAQUES, INFARTOS…
Su comportamiento era acorde a su aspecto físico. Sin embargo, había sufrido achaques más propios de una persona de edad avanzada: infartos cerebrales, úlceras y problemas respiratorios.
El diario ‘New York Daily News‘ recoge las declaraciones del rabino Andrew Busch, encargado de pronunciar un discurso enaltecedor en el funeral que tuvo lugar el pasado domingo en Baltimore. «Mientras el mundo exterior quizás solo prestaba atención al aspecto físico de Brooke y se sentía extrañado por su desarrollo singular, trajo alegría y amor a su familia», declaró Busch a este diario.
En 2010 el diario británico ‘The Times‘ desvelaba el interés de un grupo de científicos estadounidenses, de la Universidad del Sur de Florida, por estudiar sus genes. Su objetivo era hallar respuestas al envejecimiento humano.
«Pensamos que tiene una mutación en los genes que controlan su envejecimiento y desarrollo y por eso parece como si se hubiera quedado congelada en el tiempo»,
explicaba Richard Walker, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Florida.
Su tesis consistía en que, si bien Brooke no parecía envejecer, en realidad lo hacían algunas partes de su cuerpo de forma muy lenta. Sus tres hermanas han tenido un crecimiento perfectamente normal.