La apuñaló varias veces hasta quebrarle las costillas, para después cortarle la cabeza y, de una patada, lanzar la extremidad junto al cuerpo a la calle, frente a la vivienda donde vivían en Long Island, Nueva York.
Los vecinos se creyeron que era una broma de Halloween, lo mismo que varios viandanes que contemplaron la escena entre la sorpresa y la chanza. Por fin a alguien se le ocurrió llamar a la Policía…
UN CHALADO DE MUCHO CUIDADO
El asesino de turno es un hombre de 35 años de edad, con una enfermedad mental de tomo y lomo y que poseía para colmo de males antecedentes por posesión ilegal de armas.
Derek Ward, tras el crimen, se suicidó lanzándose a las vías del tren, en la comunidad de Farmingdale, en el suburbio de la citada localidad.
La víctima es Patricia Ward, una profesora asistente de artes literarias de un centro educativo de la localidad, de 66 años de edad.
Al cadáver de su hijo se le encontró una pistola y 100 píldoras de Valium.
