Escándalo en EEUU

El caso del ‘voyeur’ que se compró un motel para espiar parejas en pleno sexo

A mediados de los años 80, el ciudadano norteamericano Gerald Foos, un hombre entonces joven procedente de Colorado, casado y con una vida que podría calificarse de ‘normal’, decidió hacer algo excepcional: compró un motel de 21 habitaciones con falsas rejillas de ventilación para observar la vida sexual de sus huéspedes.

La historia, más propia de la ficción, acaba de hacerse pública por el archiconocido periodista de EEUU Gay Talese, miembro del grupo de inventores del llamado Nuevo Periodismo (técnica de narración periodística nacida en los años 60 que parte de hechos reales y aporta un punto de vista subjetivo al relato).

Talese ha publicado en la prestigiosa revista New Yorker «The Voyeur’s Motel», un reportaje que servirá de avanzadilla para el libro con idéntico título que será lanzado este verano. En su relato, el escritor cuenta cómo Foos contactó con él a través de una carta en los años 80, en la que revelaba lo que había hecho y sus motivos, y expresaba su deseo de que la información que había recopilado durante esos 15 años de ‘observación’ pudiera ser útil para investigaciones sobre sexualidad.

Foos no eligió a Talese por casualidad: en esa época, el periodista investigaba los comportamientos sexuales a lo largo y ancho de EEUU, como preparación de su libro La mujer de tu prójimo.


La carta del ‘voyeur’

«Registré interesantes estadísticas de cada caso: qué se hacía, qué se decía, sus características individuales, edad y tipo de cuerpo, de qué parte del país procedían, y su comportamiento sexual.

Estos individuos procedían de distintos ámbitos: el hombre de negocios que lleva a su secretaria al motel a la hora de la comida; parejas casadas viajando de un Estado a otro, ya fuera por trabajo o placer; parejas que no estaban casadas, pero que vivían juntas; mujeres que engañaban a sus maridos y viceversa; lesbianismo, de lo que hice un estudio específico; homosexualidad [masculina], en la que tuve poco interés, pero que aun así observé para determinar las motivaciones y procedimientos.

Los años 70 trajeron otras desviaciones sexuales, como el sexo grupal, cuya observación me interesó mucho. He visto la mayoría de las emociones humanas en todas sus variantes llevadas a término. Sexualmente, he presenciado, observado y estudiado de primerísima mano sexo entre parejas espontáneo y fuera de laboratorio, y la mayoría de otras desviaciones sexuales concebibles en estos últimos 15 años», relata Gerald Foos en un extracto de la carta que publica Talese.

En la misiva, este singular hostelero invita al escritor a visitar su motel, y ser testigo de su procedimiento, observando a las parejas allí alojadas.


El origen del ‘negocio’

Talese, que admite haber sentido dudas sobre la fiabilidad de Foos, accedió finalmente confiando en sus motivos de cariz científico y argumentándose que el periodismo era, igualmente, un oficio de voyeurismo.

El motel de carretera se sitúa cerca de Denver, y el plan de Foos no surgió de modo colateral, sino que originó la idea del negocio. Con la ayuda de su mujer, crearon rejillas de ventilación falsas en una docena de las habitaciones (más de la mitad), que comunicaban con el espacio del ático, desde donde ambos podían observar los comportamientos de las parejas y tomar notas.

Nunca fueron descubiertos en los 15 años que duró su actividad, antes de vender el motel y abandonar el particular ‘negocio’.

El autor de El silencio del héroe ha creado una gran controversia entre los lectores norteamericanos con su reportaje debido al debate ético provocado por la actuación de Foos, cuyo domicilio está siendo vigilado en la actualidad por la Policía ante posibles altercados. La cosa se complica, además, con la revelación de que el ‘voyeur’ fue también testigo de un crimen que se cometió en una de las habitaciones y no dio parte a las autoridades para protegerse a sí mismo. Después de todo, él tampoco estaba libre de haber delinquido.

Talese se ha defendido de las críticas argumentando que su credibilidad no podía estar en tela de juicio tras 60 años de práctica del periodismo, y ha remitido a los lectores a juzgar por sí mismos con la publicación de la historia completa en su libro.

Foos, tras años de dudas acerca de revelar su identidad -requisito indispensable para que Talese publicara su historia-, accedió a la petición del escritor a cambio de una única condición: que no revelase el nombre del motel ni su exacta ubicación, lo que fue correspondido por éste.

Al más puro estilo norteamericano, el director Sam Mendes ya ha anunciado su interés en llevar la historia al cine. Así, el ‘motel del voyeur’ pasará a engrosar la lista de alojamientos misteriosos que inmortalizó el séptimo arte, como el Bates Motel (Psicosis) o el Hotel Overlook (El resplandor). Eso sí, su nombre permanecerá bajo el candado de la pluma de Talese.

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