Viíctimas

¿Sabes por qué Chanel Miller decidió revelar su identidad como la víctima de la violación que conmocionó a Estados Unidos?

Un caso que está sonando mucho en EE.UU. ¿Qué sabemos sobre «Emily Doe»?, según recoge el autor original de este artículo Lauren Turner en BBC y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.

Sabemos que fue atacada sexualmente por Brock Turner afuera de una fiesta de fraternidad en la Universidad de Stanford, California, una noche de enero de 2015.

Fue encontrada inconsciente y parcialmente vestida, cerca de un contenedor de basura.

A él lo condenarían a seis meses de cárcel por atacar sexualmente a una víctima intoxicada,poratacar sexualmente a una víctima inconsciente e intentar violarla.

En total cumpliría tres meses y sería puesto en libertad condicional por tres años, que terminan este mes.

Al momento de definir la condena, el juez Aaron Persky, quien luego fue removido de su cargo, citó el buen carácter del joven y el hecho de que había estado bebiendo.

Gran parte de la cobertura en ese momento también se centró en el hecho de era una promesa de la natación.

¿Qué sabemos sobre Chanel Miller?
Quizás aún no sepas mucho. Pero si has leído la impactante declaración de la víctima de Turner, que se volvió viral cuando todavía era conocida como Emily Doe para proteger su anonimato, sabrás que es valiente y articulada.

Esto es lo que debes saber sobre Chanel:

Es graduada en literatura y acaba de escribir un libro titulado Know My Name («Conoce mi nombre»).

Es una artista talentosa y le encantaría ilustrar libros para niños. Sus dibujos son un poco surrealistas y, según su propia descripción, siniestros. También estudió cerámica y cómics, e hizo comedia de stand-up.

Ama a los perros y se describe a sí misma como tímida. Es mitad china y su nombre chino es Zhang Xiao Xia. Sonríe fácilmente, es amable y divertida.

Ella es la hija, hermana y novia de alguien. Podría ser alguien que conoces.

Advertencia: esta nota tiene contenido que algunos lectores pueden considerar perturbador.

El libro de Chanel contiene la rabia por la terrible experiencia por la que tuvo que pasar.

Pero ¿por qué escribir al respecto, cuando implica revivir el dolor, leer los documentos de la corte y las declaraciones de los testigos que hasta entonces le habían sido ocultados?

Ella dice que sintió el deber de arrojar luz sobre la oscuridad que tantas mujeres jóvenes tienen que atravesar.

«He tenido días en los que fue extremadamente difícil levantarme por la mañana», dice Chanel, de 27 años, hablando en su ciudad natal de San Francisco. «He tenido días en los que realmente no podía imaginar una salida. Y esos fueron tiempos tan pesados…».

«Fue terrible. No dibujaba, no escribía nada. Todo lo que quería hacer era dormir para no estar consciente. Esa no es forma de vivir».

«Pienso en otras mujeres jóvenes que tienen que pasar por esto y las ves retirarse y desmoronarse y apartarse de las cosas que aman. Y solo puedo pensar cómo es que dejamos que eso suceda».

Su voz es articulada y clara, pero vibra con emoción y furia silenciosa ante la injusticia de que esto le ocurra a otras mujeres de todo el mundo. Es un desfile interminable de personas que saben lo que es ser «Emily Doe»*.

«Aquí están estas mujeres jóvenes y talentosas, entusiasmadas por su futuro, que tienen tantas cosas que dar y ofrecer. Y entonces algo así sucede», dice Chanel. «Y se van a casa, y llevan la vergüenza, y se la tragan y se las come de adentro hacia afuera».

«Y piensan que todo estará mejor si se quedan encerradas en la habitación, que tal vez las cosas mejoran si no hablan en absoluto, que tal vez no merecen ser amadas o acariciadas suavemente»

«Es tan enfermizo que dejamos que esto suceda. Que les dejemos digerir estas ideas negativas de sí mismas. Y que se mantengan aisladas. En lugar de convencerlas de que vuelvan y de que merecen una vida plena y un futuro increíble».

Chanel no era una estudiante universitaria en ese momento, ya se había graduado. Su hermana menor, Tiffany, había regresado a casa durante el fin de semana y le había preguntado si quería ir a una fiesta con ella.

Su historia desató el tema de las violaciones dentro de los campus universitarios de EE.UU. y ahora quiere para ver cambios, específicamente en la Universidad de Stanford.

Un cambio es que hoy no se pueden realizar exámenes forenses en el hospital de Stanford, por lo que las víctimas tienen que viajar más de 60 km para constatar una ataque sexual.

«¿Te pides un Uber y viajas durante 40 minutos con un extraño mientras todavía estás vestida con la ropa que llevabas puesta cuando te atacaron? ¿Envías un mensaje de texto al único amigo que tiene un auto y le revelas esa información?».

Muchas mujeres se animaron a contar sus historias tras leer la declaración de Chanel.

Según RAINN, la mayor organización contra la violencia sexual de EE.UU., una de cada seis mujeres son víctimas de una violación o intento de violación en el país.

Cada 92 segundos, una estadounidense es agredida sexualmente. De cada 1.000 agresiones sexuales, 995 perpetradores salen libres.

Piensa en cuántas mujeres pasas por la calle cada día. Piensa en una de cada seis.

«Siempre se dice ¨¿por qué ella no lo denunció?´», dice Chanel. «Pues porque no hay un sistema que se lo permita. ¿Por qué debería confiar en nosotros para cuidarla si da el paso al frente? Necesitamos hacer más para ayudar a las sobrevivientes».

Cuando Turner fue sentenciado, el crimen no fue descrito como violación, pero como resultado del caso de Chanel, la ley en California ha cambiado.

Ahora hay una sentencia de prisión mínima obligatoria de tresaños por penetrar a una persona inconsciente o intoxicada, explica el abogado de Chanel, Alaleh Kianerci.

Además, se redactó otra ley para ampliar la definición de violación para incluir cualquier tipo de penetración.

«El trauma experimentado por las sobrevivientes no se puede medir por qué fue exactamente lo que se les introdujo sin su consentimiento», argumentó, en su apoyo al proyecto de ley.

Escribir el libro le permitió acceder a los documentos de la corte y a miles de páginas de transcripciones de declaraciones que no había presenciado.

Si bien fue esclarecedor, también fue profundamente doloroso saber lo que habían escuchado y visto no los miembros del juzgado, sino su familia y amigos.

«Fue extremadamente difícil. Lo pospuse por mucho tiempo. Finalmente, pensé que debía hacerlo».

«Leía sobre Brock y la defensa hablando, detalle a detalle, quitándome la ropa interior, metiendo sus dedos dentro…», se detiene, antes de agregar: «Fue tan gráfico y sofocante leer sobre mí misma ser desnudada verbalmente de nuevo».

«E imaginar que sucede en un tribunal donde todos solo escuchan y nadie hace nada. No hubiese tenido estómago para soportarlo».

Leerlo le provocó ira y «depresión autoinducida», dice.

Pero también, la llevó a «este maravilloso momento» en el que se encuentra: «Todas las voces de estas transcripciones están literalmente en mis manos. Puedo elegirlas o quitarlas. Soy la dueña de todas ellas».

«Hay mucho poder en tener la capacidad de volver a elaborar la narrativa», agrega. «Escribir es la forma en que proceso el mundo».

Know My Name aborda el trauma vivido por Chanel: desde despertarse sin saber lo que había sucedido y conocer detalles del ataque en las noticias, hasta finalmente contarle a sus padres y derrumbarse en la corte.

Chanel solo eligió revelar su nombre hace seis meses, después de haber comenzado a escribir el libro en 2017.

Ella dice que la carga del secreto se había vuelto demasiado para ella: el 90% de las personas que la conocían no conocían su otra identidad, la de Emily Doe.

El día en que reveló su identidad fue «el más pacífico en 4 años y medio», dice. «De repente me di cuenta de que estaba del otro lado de todo esto».

Ella no siente que Turner, quien negó todos los cargos, haya reconocido lo que hizo.

«En la sentencia, él leyó 10 frases de disculpa», dice. «Me sonó genérico».

«Me llevó a cuestionar lo que estamos haciendo en el sistema de justicia penal, porque si él ni siquiera está aprendiendo, entonces ¿cuál es el punto? Si se hubiera transformado, entonces creo que la sentencia hubiese sido más comprensible».

«Estoy muy interesada en el crecimiento personal y me dolió mucho que él nunca se haya visto obligado a hacer ningún tipo de introspección o de realmente ver la forma en que me afectó».

Respuesta de la Universidad de Stanford:

Felicitamos la valentía de Chanel Miller al contar su historia públicamente, y lamentamos profundamente que haya sido agredida sexualmente en el campus de Stanford. Como universidad, continuamos y fortalecemos nuestros esfuerzos para prevenir y responder eficazmente a la violencia sexual, con el objetivo final de erradicarla de nuestra comunidad.

La ubicación más cercana para un examen SART [equipo de respuesta de agresión sexual] es en el Valley Medical Center en San José. Durante mucho tiempo hemos acordado la necesidad de una ubicación más cercana y nos hemos comprometido a proporcionar espacio en el Hospital de Stanford para los exámenes SART. El condado de Santa Clara, que dirige el programa SART, está trabajando para capacitar personal suficiente.

Gran parte de las críticas hacia el juez Aaron Persky se referían a la sentencia relativamente indulgente dada a Turner, lo que provocó un debate nacional sobre si el sistema de justicia de Estados Unidos trata más favorablemente a los hombres blancos de familia adinerada.

«Hay hombres jóvenes de color que cumplen sentencias mucho más largas por delitos no violentos, como posesión de marihuana. Es ridículo», dice Chanel.

«No podía parar de pensar de dónde viene el castigo. ¿Cuándo te ves obligado a rendir cuentas por lo que haces en la vida y no simplemente flotar, como si nada de lo que haces nunca lastimara a nadie y no te afectara?».

«Creo que lo que más me molesta es que nunca se sugiere que la víctima también tenía una vida antes de que esto sucediera».

El año pasado Turner intentó anular sus condenas, pero su apelación fue rechazada. Además, permanece en el registro de delincuentes sexuales. Fue expulsado de la universidad y ahora vive con sus padres en Ohio.

Cuando se le pregunta si le gustaría que Turner y su familia leyeran el libro, responde: «Si eligen leerlo y realmente lo escuchan, lo aliento. Siempre alentaré el aprendizaje y la comprensión más profunda» de la realidad.

«Pero también he aceptado que lo que hagan está fuera de mi control, que solo puedo concentrarme en mi propia trayectoria y en cómo deseo seguir avanzando. Principalmente, quiero que el libro exista como un acompañante».

«Lo considero como algo que puedes llevar contigo cuando atraviesas cosas difíciles, algo que puedes sostener físicamente o leer en la cama a altas horas de la noche, cuando te sientes solo. Siempre pensé: ¿qué habría necesitado escuchar cuando estaba pasando por esto?».

Ella conserva un espacio en su corazón para los dos estudiantes suecos, Peter Jonsson y Carl-Fredrik Arndt, que detuvieron el ataque, después de haber visto lo que sucedía mientras pasaban en bicicleta.

Chanel dibujó dos bicicletas y durmió con la ilustración sobre su cama, un talismán que le recordaba que había esperanzas.

Se ha juntado con ellos a cenar. «Siempre me gusta decir: ‘Sé como el sueco’. Preséntate ante los vulnerables, haz tu parte, ayuda y enfréntate a las partes más oscuras junto a los sobrevivientes».

«Creo que la respuesta que he recibido hace que parezca que la gente está dispuesta a dar un paso adelante y realmente luchar por lo que está bien. Y eso es extremadamente alentador».

Ahora que el libro salió al mundo, Chanel planea decidir qué hacer con la próxima fase de su vida. Pero lo hace con la esperanza y la creencia de que lo bueno en el mundo supera a lo malo.

«La misma noche que fui atacada, también fui salvada», reflexiona.

Por lo pronto, sobre el futuro dice: «Quiero escribir libros para niños, por sus cerebros maduros y corazones jugosos, que aún no han aprendido a ser oscuros, serios y monótonos. He tenido algunos años turbulentos, pero tengo muchas esperanzas. Siento que mi vida siempre está comenzando».

*Emily o Jane Doe son nombres genéricos que se usan en Estados Unidos para referirse a víctimas de las que no se sabe -o no se desea revelar- la identidad. El masculino es John Doe.

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