Dicen, con perdón, que por la cagada se conoce al pájaro.
Y en Estados Unidos hace ya mucho tiempo que tienen radiografiado a Pedro Sánchez y saben exactamente de qué palo va.
Coincidiendo el 6 de octubre con la Comisión de Exteriores en el Senado estadounidense para aprobar definitivamente el nombramiento de Julissa Reynoso como nueva embajadora norteamericana en España, al inquilino de La Moncloa le cayeron palos por doquier.
El primero en desencadenar el festival de reproches contra las políticas de Pedro Sánchez fue el senador demócrata Robert Menéndez:
Estoy profundamente preocupado de que España haya tomado puntos de vista que están fuera de la democracia y las provisiones de derechos humanos que esperamos de un aliado de la OTAN. Hay que centrarse en revertir las tendencias antidemocráticas del Gobierno español en relación con América Latina.
Reynoso no solo acató lo expuesto por Bob Menéndez, sino que además añadió de su cosecha que:
Dada mi trayectoria en América Latina y el Caribe, estoy bastante familiarizada con la mediocre presencia y política de España frente a algunos de estos países, principalmente Cuba y Venezuela, y Nicaragua, debería añadir también. De ser confirmada, mi objetivo será trabajar de forma bilateral con España.
Obviamente dada su presencia y su importante papel en la UE con respecto a América Latina y el Caribe, les exhortaré a ser mucho más claros y transparentes y a mantener el mismo estándar en términos de rendición de cuentas con respecto a las violaciones de derechos humanos y la falta de libertad y transparencia en Cuba y Venezuela, como en otros países. Creo que España puede hacer mucho más.
De hecho, existe honda preocupación entre los legisladores estadounidenses a la hora de ver la deriva que ha tomado el Gobierno socialcomunista de España y como en julio de 2021 Sánchez y los suyos se negaron a firmar un comunicado en el que se condenaban firmemente las atrocidades del régimen dictatorial de Cuba frente a las manifestaciones que reclamaban la democracia en la isla caribeña.
El propio Menéndez era bien claro en este aspecto:
Estoy profundamente preocupado cuando veo las acciones del Gobierno de España en lo que respecta a Cuba y su falta de voluntad para unirse a nosotros en aquella declaración global. Me parece que los españoles se preocupan más por sus hoteles e inversiones que por la democracia y los derechos humanos. Me preocupa ver qué papel están jugando los españoles también en Venezuela, que es un cáncer en el hemisferio occidental. Y podría seguir hablando de otros lugares también, porque los españoles no han sido próximos a nosotros, y no solo es que no sean próximos, sino que parecen ser nuestros contrarios en nuestro propio hemisferio.
Julissa Reynoso también dijo sobre ese punto en el que España se puso de perfil ante la dictadura castrista que:
Con respecto a cómo España maneja sus asuntos con Cuba, hemos tenido diferencias importantes. Ha sido mucho más tolerante, por así decirlo, con determinadas acciones del régimen cubano y fomenta un diálogo más sólido del que hemos estado dispuestos a entablar. En julio, cuando hubo importantes protestas en Cuba, nosotros y el secretario de Estado Antony Blinken lideramos un esfuerzo para que países aliados de todo el mundo firmaran esa declaración. Y España lo rechazó, no lo hizo.