Revelaciones tras sus contactos con Putin y Zelenski

Trump purga a una veterana agente de la CIA experta en Rusia entre acusaciones de ‘traición’

La abrupta purga de una de las mayores expertas de la CIA en Rusia desata inquietud en Washington y reabre el debate sobre la politización de la inteligencia

Donald Trump, la CIA, los agentes y los espías
Donald Trump, la CIA, los agentes y los espías. PD

Nadie está seguro.

La noticia sacudió los cimientos de la inteligencia estadounidense: Donald Trump ha destituido a una de las analistas de Rusia más veteranas y respetadas de la CIA, tras acusaciones de ‘traición’ vinculadas a sus reuniones con Vladimir Putin y Volodímir Zelenski.

Este episodio pone en evidencia la creciente presión política sobre los servicios de inteligencia en el contexto de la guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones entre Washington y Moscú.

A día de hoy, 22 de agosto de 2025, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos vive uno de sus momentos más delicados.

La espía, cuya identidad no ha sido oficialmente revelada por la administración, contaba con más de 20 años de experiencia en la CIA y era considerada la máxima experta en Rusia y la antigua Unión Soviética dentro de la agencia.

En 2016, supervisó la elaboración de un informe clave que detallaba cómo Rusia había interferido en las elecciones estadounidenses para favorecer la victoria de Trump.

Su carrera estuvo marcada por la gestión de operaciones y análisis de alto nivel en los momentos más críticos de la relación bilateral.

Un despido con ecos de purga política

La decisión de Trump de apartarla se produce tras el regreso de la analista a la CIA en los últimos años, donde dirigía las operaciones de inteligencia relacionadas con Rusia. La justificación oficial: sus encuentros recientes tanto con Putin como con Zelenski durante misiones confidenciales. El entorno de Trump ha calificado estos contactos de “inapropiados” e incluso de “traición”, pese a que los encuentros formaban parte de la coordinación habitual entre servicios de inteligencia y gobiernos aliados o adversarios.

  • La funcionaria fue clave en la elaboración del informe de 2016 sobre injerencias rusas.
  • Supervisaba la estrategia de la CIA frente a Rusia y Eurasia.
  • Su papel fue esencial en el análisis de la invasión rusa de Ucrania y el apoyo a Kiev.

La destitución ha generado inquietud dentro y fuera de la CIA. Excolegas advierten del riesgo de “politización” de la inteligencia, alertando de que decisiones motivadas por intereses partidistas pueden poner en peligro la seguridad nacional y el rigor analítico. La purga, además, coincide con un contexto internacional de máxima tensión, donde la información fiable sobre los movimientos de Moscú resulta vital para la estrategia estadounidense.

Antecedentes: la sombra de la interferencia rusa y el debate interno

La relación entre la CIA, la Casa Blanca y el Kremlin nunca ha sido sencilla, pero desde 2016 la tensión ha ido en aumento. El informe que dirigió la ahora destituida analista supuso un punto de inflexión: por primera vez, la inteligencia estadounidense acusaba abiertamente a Rusia de buscar inclinar el resultado electoral a favor de Trump. Aquella conclusión provocó un terremoto político y abrió una brecha entre la comunidad de inteligencia y el entonces presidente.

Durante el mandato de Trump, la presión sobre la CIA para evitar filtraciones y controlar el relato sobre Rusia fue constante. La analista, tras un breve periodo fuera de la agencia, regresó como directora de operaciones para Rusia y la ex Unión Soviética, en un momento en que la guerra de Ucrania había colocado a la inteligencia estadounidense en el centro del tablero.

  • La analista participó en intercambios directos con altos cargos rusos y ucranianos.
  • Su papel era fundamental en la verificación de información y prevención de desinformación.
  • Estados Unidos ha intensificado la lucha contra la propaganda rusa desde 2022, apoyando iniciativas como StopFake y el bloqueo de medios estatales rusos en Occidente.

Un contexto geopolítico cada vez más volátil

La purga se produce mientras la guerra en Ucrania continúa desgastando a ambas partes y la desinformación rusa trata de influir en la opinión pública internacional. La inteligencia estadounidense juega un papel crucial tanto en la defensa de Ucrania como en la anticipación de movimientos de Moscú.

  • El 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, marcando el inicio de una nueva era de confrontación.
  • Estados Unidos, bajo presidencias tanto demócratas como republicanas, ha mantenido su apoyo a Kiev, proporcionando inteligencia y armamento.
  • La comunidad de inteligencia ha alertado repetidamente sobre las campañas de desinformación rusas y la necesidad de proteger los procesos democráticos occidentales.

La destitución de una figura clave como la experta en Rusia envía un mensaje ambiguo a los aliados y rivales de Washington. Por un lado, puede interpretarse como un intento de reafirmar el control político sobre la inteligencia; por otro, siembra dudas sobre la autonomía y profesionalidad de los servicios secretos estadounidenses.

¿Hacia dónde evoluciona la inteligencia estadounidense?

Las reacciones en Washington no se han hecho esperar. Diversos analistas señalan que la destitución podría tener un efecto desmoralizador en la CIA y dificultar la labor de recolección y análisis de información crítica. La guerra en Ucrania, lejos de apaciguarse, sigue siendo un foco de inestabilidad que exige la máxima coordinación entre agencias.

  • El despido refuerza la percepción de que la inteligencia está bajo vigilancia política.
  • Podría aumentar la desconfianza entre los aliados europeos y ucranianos.
  • Se reabre el debate sobre la protección de los funcionarios de inteligencia ante presiones externas e internas.

La situación se agrava por la cercanía de nuevos ciclos electorales en Estados Unidos, donde el papel de la inteligencia en la prevención de injerencias extranjeras vuelve a estar en el centro del debate público.

En este clima de incertidumbre, la purga de la analista de la CIA experta en Rusia marca un antes y un después en la relación entre la Casa Blanca y sus servicios secretos. Mientras la guerra y la desinformación continúan, la inteligencia estadounidense deberá navegar entre la lealtad institucional y la presión política, sabiendo que sus decisiones impactan no solo en el tablero global, sino también en la confianza de sus propios ciudadanos.

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