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Armin Meiwes, un informático que devoró a su amante con el consentimiento de éste, al que conoció por internet. Por ello fue condenado a ocho años y medio de cárcel. Conocido como el caníbal de Rotenburgo, era un técnico informático de 42 años, cuyas fantasías desde la infancia giraban en torno al canibalismo.
Puso hace algo más de tres años un anuncio en un foro de Internet buscando personas dispuestas a ser asesinadas y devoradas, al que contestó Bernd-Juergen Brandes, un ingeniero de 43 años, que residía en Berlín, tenía la fantasía contraria -ser comido- y viajó al domicilio de Meiwes.
Allí su anfitrión le cortó el PENE, lo pasó por la sartén, lo troceó y se lo comieron juntos, y después le mató con un cuchillo de cocina, descuartizó el cadáver, congeló los trozos y posteriormente se los comió..
Meiwes, condenado a comienzos de 2004 por la Audiencia Provincial de Kassel «sólo» a ocho años y medio de cárcel al probarse que su amante accedió a sus antropófagos deseos, grabó en vídeo todos los detalles del proceso en tres cintas, con una duración de cerca de cuatro horas, pero en principio sus imágenes son prueba judicial y no podrán ser utilizadas. No es este el único intento de convertir en película una historia que podría ser protagonizada por un primo «gay» de Hannibal Lecter.
Incluso a principios de este año se publicó en el diario sensacionalista Daily Star que Hugh Grant deseaba hacerse con los derechos y coprotagonizarla al lado de Brad Pitt, pero aquello puedo ser otra muestra de la inventiva periodística anglosajona. Lo cierto es que -según su abogado- el caníbal está escribiendo su autobiografía y recibe ofertas de otras productoras para hacer una versión cinematográfica. .
Armin Meiwes, con serenidad e incluso entre sonrisas, ha relatado sin pudor el ritual caníbal que ejecutó hace dos años en el sótano de su mansión dieciochesca en la localidad alemana de Rotenburg. «A él también le dio placer», dice de su víctima, un ingeniero berlinés de 43 años que siempre «había soñado con ser comido». La espeluznante acción de este ingeniero técnico -llevaba una vida normal- se ve superada por la sobrecogedora realidad de que existe un amplio público -de costumbres también corrientes- que espera con ansiedad contemplar la sangrienta obra en la pantalla pequeña. El caníbal de Rotenburg grabó en tres cintas de vídeo, de casi cuatro horas, cómo cortó el pene a Bernd Jürgen B., cómo ambos lo intentaron de todas las maneras posibles ingerir y cómo finalmente troceó y comenzó a devorar al moribundo..
La filmación del Hannibal Lecter alemán se ha convertido en la snuff-movie más codiciada (snuff-movie: película en la que se tortura y asesina con el único fin de registrar los hechos por algún medio audiovisual). Por eso la Audiencia de Kassel, donde se desarrolla el juicio contra Meiwes, ha rodeado de fuertes medidas el trío de casetes que contiene las escenas que en el mercado negro de los más sádicos pueden alcanzar los 50.000 o 60.000 euros, según los expertos. Todo lo que rodea al caníbal huele a dinero: él mismo ha anunciado que escribirá sus memorias (a las que ya califican como futuro best-seller) y ha recibido ofertas millonarias para llevar su vida y obra al cine..
Meiwes, acusado de asesinato con motivación sexual, ha confesado que se comió a su víctima porque le producía satisfacción sexual.¿Por qué lo grabó todo? Quería (y lo hizo) contemplar repetidas veces el vídeo para, mientras, masturbarse..
Lo que pasa en la habitación más tétrica de las 47 del hogar de Meiwes supera la más despiadada imaginación. Al principio, ambos aparecen fumando y charlando. A las seis y media de la tarde, Meiwes procede a cortar el pene del berlinés, quien se había tomado 20 pastillas para dormir, dos frascos de jarabe y media botella de licor. Ambos cocinan e intentan comerse juntos el órgano amputado, pero tras pasarlo por la sartén e incluso hervirlo (provocó una reducción considerable de tamaño), el miembro es complicado de digerir. Bernd, desangrándose, se marcha a la bañera, perdiendo el conocimiento 10 horas después. Es entonces cuando empieza el descuartizamiento. Con simples cuchillos de cocina, Meiwes empieza a trocearlo. «Movía la cabeza de un lado a otro. Se puede ver un movimiento bucal», dijo un forense presente en la proyección del vídeo durante el juicio..