La mezcla de intolerancia y sectarismo es muy peligrosa cuando alcanza determinados niveles
Una vez puesta en marcha, la máquina del absurdo resulta muy difícil de controlar. Rodríguez Zapatero impulsó una ley de memoria histórica que causa un perjuicio grave al espíritu de concordia propio de la Transición democrática.
Ahora el retrovisor llega hasta 1609, cuatrocientos años atrás, con la intención ridícula de «reparar» los daños ocasionados por la expulsión de los moriscos.
El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley que pretende un «reconocimiento institucional» de aquella comunidad frente a las injusticias cometidas por causa de la intolerancia religiosa.
El despropósito llega al extremo de crear «vínculos económicos» con las víctimas, con referencia expresa al fanatismo y al racismo como origen de «uno de los más terribles exilios en la historia de España».
En plena crisis económica y con un Ejecutivo desbordado por las circunstancias, el PSOE dedica su tiempo y su esfuerzo parlamentario en volver a escribir una historia de buenos y malos, al estilo de la Alianza de Civilizaciones, con la ridícula pretensión de aplicar criterios actuales a determinados acontecimientos que sucedieron en un contexto histórico muy diferente.
El más elemental sentido común exige que los políticos se ocupen de resolver los problemas de los ciudadanos y dejen la historia en manos de los historiadores.
Abrir fosas, anular procesos y, en este caso, recuperar una imaginaria memoria colectiva son puras maniobras de distracción que provocan perplejidad -cuando no indignación- en la gran mayoría social.
La expulsión de los moriscos (por cierto, lo mismo que la de los judíos) forma parte de una trayectoria histórica que una sociedad moderna y democrática debe comprender y asumir sin plantear responsabilidades absurdas, ni realizar comparaciones anacrónicas con la actualidad.
La mezcla de intolerancia y sectarismo es muy peligrosa cuando alcanza determinados niveles. Lo mejor que puede hacer el Grupo Socialista es retirar esta iniciativa desafortunada y exigir a sus diputados que no pierdan el tiempo en cuestiones ajenas a su competencia.
Lo que procede respecto a la expulsión de los moriscos y cualquier otro acontecimiento histórico es dejar trabajar a los expertos, con criterios de prudencia y objetividad.
EL PP PIDE QUE SE OCUPEN DE LOS PARADOS
Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso, insta al PSOE y al Gobierno que se ocupen de los «parados» del presente y no centren sus esfuerzos en hacer propuestas de chiste.
«La Historia, para bien o para mal no puede cambiarse y menos si se trata de sucesos pasados hace 400 años. Eso ya tiene poco remedio»
El portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, argumenta que la iniciativa del PSOE sobre el Cuarto Centenario de la Expulsión de los Moriscos no contempla indemnizaciones económicas.
«Se habla de reforzar, por diversos medios y en la forma en cada caso más conveniente, los vínculos económicos, sociales y culturales con las poblaciones del Magreb y de Africa subsahariana descendientes de los moriscos expulsados del territorio español en el siglo XVII y que dichas actuaciones se vean acompañadas del reconocimiento institucional, de la manera que sea procedente, de la injusticia que en su día se cometió con los moriscos expulsados».
José Antonio Pérez Tapias, el diputado socialista que ha presentado la exótica solicitud, fue delegado de Cultura de la Junta de Andalucía en Granada, es licenciado en Teología y profesor titular de Filosofía en la Universidad de Granada.