El reconocimiento del Estado Palestino, uno de los mayores sueños de Moratinos, parece muy difícil de alcanzar durante la Presidencia española
España no lo tiene fácil para saldar con éxito su presidencia de turno. Tiene como principal obstáculo la inestabilidad institucional debido a los cambios introducidos por el Tratado de Lisboa y el retraso en la formación del Ejecutivo comunitario, que no empezará a rodar hasta febrero.
A todo esto se suma la crisis económica. Nuestro país debe dar respuesta de forma europea a problemas que no ha sabido resolver en el plano interno.
Le toca nada más y nada menos que negociar un nuevo modelo económico para los próximos diez años que sustituya a la fracasada Estrategia de Lisboa y basado precisamente en nuestros talones de Aquiles:
competitividad, inversión en investigación y desarrollo, innovación, mejoras en el sistema educativo…
Es difícil sacar pecho en estas circunstancias. La única credibilidad que puede aportar nuestro país en este ámbito es haberse convertido en uno de los máximos exponentes de lo que puede acarrear un crecimiento económico basado en todo lo contrario de lo que exigía Lisboa y mostrar el entusiasmo de los conversos.
La política exterior durante estos meses tendrá un punto candente: Cuba. Las posiciones encontradas en el seno de los Veintisiete pueden lastrar toda la labor de la Presidencia española.
A esto se suma que el Gobierno español tiene fama de mirar con excesiva benevolencia a Hamás y que se encuentra en una posición incómoda respecto a Kosovo. En cuanto a Oriente Medio la UE ha subido el tono en sus últimas conclusiones y ha comprobado se le hace más caso.
De todas formas, hay una nube en el horizonte. Israel amenaza con emprender nuevas colonizaciones en la franja de Cisjordania, y en este contexto resulta difícil la reanudación de las negociaciones de paz.
El reconocimiento del Estado Palestino, uno de los mayores sueños de Moratinos, parece muy difícil de alcanzar durante la Presidencia española, al margen de las no muy buenas relaciones que el propio Moratinos mantiene con la cancillería israelí.
En 2002, Israel casi mata a Moratinos cuando se encontraba en la Mukata de Ramala con Yasir Arafat y dos misiles israelíes destrozaron la sede del Gobierno.
NOTA.- este artículo fue publicado originalmente en La Gaceta.