El nerviosismo de los días precedentes terminó en un suspiro de alivio gracias a un acuerdo alcanzado in extremis por Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel por el que Alemania apoyará un plan teórico y muy condicionado para rescatar a Grecia en caso de que esta primavera no logre refinanciar su deuda.
El acuerdo será respaldado hoy por el resto de países de la moneda única. Se trata de un mecanismo de préstamos bilaterales y voluntarios de varios miembros de la zona euro combinado con dinero del Fondo Monetario Internacional.
En cualquier caso, la ayuda no se activará hasta que el Estado griego esté al borde de la insolvencia. Los líderes europeos se han tomado un respiro, pero el débil acuerdo de última hora no debe esconder la cruda realidad de una Europa resquebrajada. La desunión, hoy por hoy, es la tónica imperante en Europa.
Alemania ha salido al rescate una vez más y nadie podrá reprochar nada a Merkel. La firme posición de Alemania en la crisis financiera de Grecia y del euro estaba más que justificada.
Y es que el problema en esta ocasión es de mucha más envergadura. En concreto, de entre 20.000 y 30.000 millones de euros, y Alemania, con su actitud, ha querido dejar bien claro que la Unión Monetaria Europea nació bajo la premisa de que no se convertiría en una comunidad de transferencias financieras ni de inflación.
Los alemanes estiman que han llevado a cabo en los últimos años reformas muy duras, como alargar la jubilación, recortar pensiones y subsidios de paro y disminuir el poder adquisitivo. Justo lo que no ha hecho España. Por ello no entienden que haya que ayudar a los griegos, que hasta ahora no pagaban apenas impuestos y que han llevado un ritmo de vida por encima de sus posibilidades.
Y tienen razón. Pero lo peor de todo es que la observación hecha a los griegos podría igualmente aplicarse a España. Gracias a la estabilidad que proporciona estar en el euro, nuestro país ha podido vivir con gran alegría, pero de no haber estado en el sistema, probablemente habría tenido que devaluar la moneda entre un 30% y un 40% en línea con el recorte de los precios de la vivienda.
La situación es extremadamente grave. Lo que le ha pasado a Grecia ha alcanzado a Portugal y podría trasladarse a España. Hace dos días, la agencia de rating Fitch rebajaba la calidad del riesgo crediticio portugués por el deterioro de su déficit público, ligeramente por encima del 9%. La situación española no es mejor.
La gestión de Zapatero en estos dos últimos años nos ha llevado a un déficit del 12%, una deuda del 70% del PIB y un paro de 4,5 millones de personas. Y aún se permite hacer brindis al sol como comprometerse a que España acuda al rescate de Grecia aportando el 9% del mismo o, lo que es lo mismo, en torno a 2.500 millones de euros.
¿Se puede España permitir acudir al rescate de Grecia? ¿Hasta cuándo el presidente del Gobierno va a seguir manejando los Presupuestos Generales del Estado como si fueran su cortijo y tirar de talonario a su antojo sin consultar al Parlamento? Visto lo visto, al presidente del Gobierno ya apenas le queda terreno por recorrer en su permanente huida hacia delante.
Le guste o no, a Zapatero le ha llegado la hora de la verdad. Ya no valen falacias, promesas quiméricas, sueños imposibles y comisiones inútiles. Hay que agarrar al toro por los cuernos, porque en esta ocasión, y con muchos condicionantes, Alemania ha vuelto a salir al rescate, pero ¿lo hará la próxima vez?