Rusia mantiene por otros veinticinco años su flota en Ucrania a cambio de gas barato

Rusia mantiene por otros veinticinco años su flota en Ucrania a cambio de gas barato
. Agencia EFE

Rusia logró hoy prolongar por un cuarto de siglo la estratégica presencia de su Flota del mar Negro en la península de Crimea a cambio de precios preferenciales del gas para Ucrania, acuerdo que indignó a la oposición ucraniana.

«Este acuerdo simboliza nuestra amistad y crea mejores condiciones para garantizar la seguridad en la cuenca del mar Negro», afirmó el presidente ruso, Dmitri Medvédev, tras reunirse en la ciudad ucraniana de Járkov con su colega ucraniano, Víctor Yanukóvich.

Medvédev subrayó que, a cambio, «Ucrania obtendrá un descuento en el precio del gas» de casi el 30 por ciento, lo que le supondrá un ahorro de «unos 40.000 millones de dólares» durante la próxima década, según las agencias ucranianas.

«Aquí no hay una vinculación política, sino técnica», dijo Medvédev al explicar que Rusia tendrá que pagar también un 30 por ciento más por el alquiler de la base de la Flota del mar Negro en Sebastópol, puerto de la península ucraniana de Crimea.

El documento acordado hoy por Medvédev y Yanukóvich permite a la flota rusa permanecer otros 25 años en territorio ucraniano después de 2017, cuando expiraba el anterior convenio bilateral suscrito en mayo de 1997.

«Hemos acelerado la decisión sobre la permanencia de la Flota del mar Negro en territorio de Ucrania por cuanto nuestros amigos rusos necesitaban tener claridad en este asunto», dijo Yanukóvich.

Sin embargo, la Constitución de Ucrania prohíbe expresamente la presencia de fuerzas extranjeras en el territorio nacional.

La Flota del mar Negro incluye medio centenar de buques de guerra -acorazados, fragatas, submarinos y dragaminas- y casi un centenar de aviones, mientras la base de Sebastópol acoge a 18.500 efectivos, entre militares y técnicos, además de sus familiares.

En caso de tener que abandonar Crimea en 2017, la Armada rusa se vería obligada a construir una nueva base en el puerto ruso de Novorossíysk, además de acondicionar otra en Ochamchira, en territorio de la región separatista georgiana de Abjasia.

Precisamente, Rusia recurrió en agosto de 2008 a buques de la Flota del mar Negro durante la breve, pero cruenta guerra contra Georgia por el control de la separatista Osetia del Sur, para bloquear los puertos georgianos.

El acuerdo de la flota, prorrogable por otros cinco años en 2042, va acompañado de un convenio entre las corporaciones gasísticas ucraniana Naftogaz y rusa Gazprom, que han protagonizado durante los últimos años dos guerras por los precios y tarifas de tránsito del gas ruso hacia Europa.

En virtud de ese convenio, Moscú suministrará a Kiev este año 36.500 millones de metros cúbicos de gas y otros 40.000 millones a partir de 2011 a precios subsidiados, que permitirán a Ucrania superar la actual crisis que ha dejado maltrecha su industria pesada.

Ambos líderes enmarcaron este histórico acuerdo en la iniciativa del Kremlin de crear una nueva arquitectura de seguridad europea, que sustituya a la heredada de la Guerra Fría.

«Vemos este asunto en el contexto de la formación del sistema de seguridad colectiva en Europa, pues comprendemos que la flota rusa será uno de los garantes de la seguridad de los países del mar Negro», dijo.

La reacción de la oposición no se hizo esperar y su líder, la ex primera ministra Yulia Timoshenko, acusó a Yanukóvich de «traicionar los intereses nacionales de Ucrania».

«Yanukóvich violó burdamente el artículo 17 de la Constitución que no permite la presencia de bases extranjeras en territorio ucraniano», apuntó, en declaraciones recogidas por la agencia UNIAN.

El diputado liberal Arseni Yatseniuk, ex presidente del Parlamento, llamó a la oposición a unirse por cuanto el acuerdo supone «una amenaza para los intereses nacionales y la soberanía de Ucrania».

Por su parte, el vicepresidente de la Rada Suprema (Legislativo), Nikolái Tomenko, explicó que el acuerdo sobre la base sólo podrá entrar en vigor si Yanukóvich decide reformar la Carta Magna a través de un referéndum, que en su opinión nunca prosperaría.

Otros opositores se mostraron alarmados sobre la posibilidad de que esto sea el comienzo de la devolución a Moscú de Crimea, que el líder soviético Nikita Jruschov regaló a los ucranianos en 1954.

El pro-occidental ex presidente Víctor Yúschenko, que siempre abogó por el ingreso de Ucrania en la OTAN, aseguró en varias ocasiones durante sus cinco años de mandato que los buques rusos tendrían que abandonar Crimea en 2017.

Mientras, el portavoz de la OTAN, James Appathurai, aseguró a Efe que «el acuerdo es, por supuesto, un asunto bilateral entre dos países que son ambos socios de la Alianza».

Durante la campaña electoral, Yanukóvich sostuvo que Ucrania no ingresaría ni en la OTAN ni en otro bloque militar, en alusión en este último caso a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la alianza militar pos-soviética encabezada por Rusia.

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