Nuevos testigos declaran contra Massera en Roma por la muerte de tres italianos

Nuevos testigos declaran contra Massera en Roma por la muerte de tres italianos
. Agencia EFE

Tres nuevos testigos declararon hoy en el juicio en ausencia contra el ex almirante argentino Emilio Massera, de 84 años, que se celebra en los tribunales de Roma por su supuesta responsabilidad en la desaparición de tres ciudadanos italianos durante la dictadura militar (1976-1983).

Se trata de Graciela Ojeda, Víctor Basterra y Susana Burgos Molina que comparecieron hoy, tras los testimonios de ayer del coronel José Luis García, del Centro Militar para la Democracia en Argentina; el teniente de la Marina Julio Urien y la pintora Nilda Actis, alias «Munu».

La primera en testificar fue Graciela Ojeda, alias Chela, que es la nuera de una de las italianas desaparecidas, Angela Aietta Gullo que desapareció el 5 de agosto de 1976 tras ser detenida por apoyar a los opositores al régimen, entre los que se encontraba su hijo Juan Carlos Dante Gullo, actual diputado en Argentina.

Graciela Ojeda, que también fue detenida junto a otro hijo de Angela, Leopoldo, en febrero de 1977, dijo a EFE que relató al juez el secuestro de Angela Aietta en el centro de detención y tortura de Buenos Aires, la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), que dirigió Massera.

Ojeda aportó los testimonios de las personas que vieron por primera y última vez con vida a la italiana.

La italiana Angela Aietta resultó «muy maltratada», refirió Ojeda al juez, pues así se lo reconoció el oficial de la Marina, Guamón quien le dijo que «fue maltratada porque era muy peligrosa».

La segunda en declarar fue Susana Burgos Molina, psicóloga, con actual residencia en Valencia (España), quien estuvo detenida en el ESMA durante dos años y explicó cómo se vivía en el centro de detención y cómo eran los vuelos de la muerte que llevaba a cabo la Armada en los que lanzaban «elementos subversivos» vivos al mar desde aviones para descongestionar la cárcel.

Burgos Molina aportó además que vio físicamente a Massera en dos ocasiones en el ESMA: una, durante unas Navidades y otra, en 1978 cuando pronunció un discurso ante quince prisioneros con motivo de la condecoración a 81 hombres «por su actuación en el Grupo de Tareas 3.3, en operaciones reales de combate».

Por su parte, Víctor Basterra, detenido también en el ESMA, y fotógrafo de profesión, fue obligado a sacar imágenes de los militares para hacer pasaportes falsos para sus operaciones paramilitares.

La declaración de Basterra completa la facilitada ayer por la pintora Nilda Actis, que narró cómo, cuando estaba detenida en la ESMA, fue obligada, dadas su aptitudes, a hacer pasaportes falsos.

El sistema judicial italiano contempla que el juicio pueda realizarse «por derecho de sangre», lo que implica el inicio de procesos en ausencia por delitos cometidos en cualquier parte del mundo contra ciudadanos de Italia, como en el caso de Massera, quien se encuentra bajo arresto domiciliario en Argentina.

En 2005 el sumario por la supuesta implicación de Massera en la desaparición, tortura y asesinato de los italianos Angela Aietta Gullo, Giovanni Pegoraro y de su hija Susana entre 1976 y 1977 quedó suspendido por un informe pericial que determinaba que el acusado padecía «demencia».

Pero el 4 de marzo de 2009, el juez del Tribunal de Roma Marco Mancinetti aceptó un nuevo informe médico que certificaba que Massera -cuyo caso fue separado del proceso principal, en el que fueron condenados en rebeldía en Italia otros cuatros ex oficiales argentinos por la muerte de los tres italianos- estaba en «plenas facultades» para afrontar el proceso.

El ex militar integró junto a Jorge Rafael Videla y Héctor Agosti la primera Junta Militar que gobernó Argentina y dirigió la ESMA de Buenos Aires, principal centro de detención y tortura, adonde fueron conducidos y posteriormente desaparecieron los tres italianos.

Angela Aietta Gullo desapareció el 5 de agosto de 1976.

Tras su arresto el 18 de junio de 1977 en la ESMA, tampoco se volvió a tener noticias de Giovanni Pegoraro y de su hija Susana, militante peronista, quien dio a luz a una niña durante su detención que fue entregada a una familia.

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