Leterme garantiza que la crisis interna belga no afectará al programa de la presidencia europea

El primer ministro belga en funciones, Yves Leterme, garantizó este viernes que la crisis interna del país, que no tendrá un nuevo Gobierno previsiblemente hasta el próximo mes de octubre, no afectará a los trabajos de la presidencia belga de la Unión Europea a la que España dará el relevo el próximo 1 de julio.

Durante la rueda de prensa que ofreció en la sede del Consejo Europeo para presentar las prioridades del semestre, Leterme dejó claro que el programa de la presidencia ha sido preparado desde hace más de dos años en cooperación con los gobiernos de las regiones y comunidades del país y todos los actores del complejo panorama político belga.

Además, negó que suponga un «problema» asumir las riendas de la Unión Europea en plena negociación del futuro Ejecutivo federal, situación que ya se vivió en enero de 1987. «Hay que situar bien el papel del Estado miembro que preside de manera temporal la UE», matizó Leterme. «Su papel es facilitar el proceso de toma de decisiones a nivel europeo», argumentó.

Flanqueado por el ministro de Asuntos Exteriores, Steven Vanackere, y el secretario de Estado de Asuntos Europeos, Olivier Chastel, el primer ministro en funciones defendió además que hay un amplio consenso en Bélgica para mantener un enfoque «comunitario más que intergubernamental», aunque subrayó que la presidencia no pretende en ningún caso «imponer» su visión.

De hecho, resaltó la idea de que la presidencia que se inicia en julio quiere aplicar «la letra y el espíritu» del Tratado de Lisboa, que otorga un mayor protagonismo al presidente permanente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, y a la figura de la Alta Representante para la Política Exterior y la Seguridad Común, la británica Catherine Ashton.

En este contexto, el semestre belga se inscribirá en la «continuidad» institucional iniciada por la presidencia española, a quien Leterme agradeció su «buen trabajo» en momentos «críticos», especialmente en la preparación de la futura estrategia económica de la UE, el impulso al acuerdo sobre cesión de datos bancarios a EEUU o al futuro servicio diplomático europeo. «España ha hecho un buen trabajo. No se ha terminado todavía pero agradezco al primer ministro Zapatero su labor», dijo.

Por lo que respecta a las prioridades, situó en primer lugar el regreso a la senda del crecimiento económico sostenible y la estrategia de la salida de la crisis, así como la lucha contra el cambio climático y los preparativos de la cumbre de Cancún.

ESTABILIDAD FINANCIERA

En el ámbito financiero, el acento se pondrá en lograr la estabilidad para evitar que se repitan nuevos casos de «oportunismo» y, en este terreno, la presidencia entrante hará todo lo posible para que vea la luz la agencia europea de supervisión y la reglamentación sobre los fondos especulativos (hedge funds).

La continuidad se verá igualmente en las iniciativas heredadas de la presidencia española, dado que a Bélgica le tocará, entre otras cosas, poner en marcha del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) tras el acuerdo alcanzado recientemente en Madrid entre las tres instituciones comunitarias sobre su funcionamiento y organización.

En cualquier caso, Leterme destacó que tras la prolongada fase de «instrospección» en la que estuvo sumida la Unión Europea para desatascar el nuevo Tratado de Lisboa es hora de concentrarse en «políticas concretas».

Coherente con esta tesis, descartó reabrir el debate sobre las eventuales modificaciones al Tratado que se plantean desde Berlín para reforzar el control sobre las finanzas de los socios poco atentos al equilibrio presupuestario. «Reabrir el debate sobre el Tratado de Lisboa no es en absoluto una prioridad de la presidencia belga», zanjó.

Las prioridades en política exterior las condensó Vanackere en sentar las bases del nuevo servicio diplomático desde el mes de septiembre y avanzar hacia la «última línea de meta» de la adhesión de Croacia. De Turquía se espera seguir adelante «si se dan las condiciones» y, con más optimismo, confió en avanzar «rápida y eficazmente» en la incorporación de Islandia, así como continuar el diálogo con los Balcanes Occidentales.

El actual jefe de la diplomacia belga apostó finalmente por mejorar la capacidad de reacción de la UE ante catástrofes naturales como el terremoto de Haití, los incendios que cada verano arrasan los países mediterráneos o las inundaciones recientes de Polonia y Francia.

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