La Ópera de Budapest celebra sus 125 temporadas como eje cultural y político

La Ópera de Budapest celebra sus 125 temporadas como eje cultural y político
. Agencia EFE

La Ópera de Budapest clausura el lunes con un espectacular fin de fiesta la 125 temporada de su historia, tras un año musical que ha querido recordar la importancia de esta institución no sólo en la cultura sino también en la política nacional.

La gala de cierre de esta histórica temporada tendrá como protagonista al famoso tenor estadounidense Thomas Hampson, que estará acompañado por los ganadores del Operalia 2009, el concurso de cazatalentos musicales creado por el cantante y director español Plácido Domingo.

Así, Ángel Blue, Alexey Kudrya y Julia Novikova, acompañados de varios artistas, interpretarán obras de Bernstein, Bizet, Delibes, Rossini y Verdi.

El espectáculo podrá ser seguido en directo por los numerosos turistas que pasean por las inmediaciones del edificio neorrenacentista gracias a las pantallas colocadas a las afueras de la Ópera.

El comienzo de la temporada, el pasado octubre, estuvo marcado por un recital que reprodujo exactamente el programa que se interpretó el 27 de octubre de 1884, cuando se inauguró el edificio.

La conocida como «Operaház», o «Casa de la Ópera», surgió para dar un hogar a la «ópera nacional», nacida a principios del siglo XIX como fenómeno cultural y como arma de reivindicación de la autonomía y la resistencia húngaras frente al dominio de la Austria de los Habsburgo.

Este nueva corriente recurrió al idioma húngaro para crear óperas centradas en acontecimientos y grandes personajes de la historia nacional.

Pese a su desinterés por el proyecto, el emperador Francisco José I apoyó la construcción del edificio con la condición de que no fuera más grande que la Ópera de Viena.

«No se construyó una ópera más grande, pero sí una más bella», aseguró a Efe Márton Karczag, documentalista de la Ópera de Budapest.

Karczag explicó que hoy día los dos edificios no pueden ser comparados, ya que durante la Segunda Guerra Mundial la de Viena fue destruida por los bombardeos y luego reconstruida, mientras que la de Budapest se conservó intacta.

La Ópera de Budapest, que cuando se inauguró era la más moderna de Europa, sufrió varias remodelaciones a lo largo de su historia pero que no afectaron a la estructura original.

Frente al escenario se creó el palco real, hoy usado por la más altas autoridades húngaras y extranjeras, y que en su día fue ocupado en ocasiones por la emperatriz Sissi.

Durante la dictadura comunista, la ópera fue uno de los elementos esenciales de la propaganda política.

Desde 1960 aumentó al apoyo oficial a la ópera y se abrió la puerta al intercambio cultural con otros países del bloque comunista.

Además, una cierta relajación del autoritarismo, lo que se conoce como la «dictablanda», puso de moda Hungría entre los artistas occidentales.

Fue en esos años cuando figuras como José Carreras y Montserrat Caballé actuaron en la Ópera de Budapest.

Tras la caída del Telón de Acero, la Ópera volvió a acoger los tradicionales bailes de la época de la corte de los Habsburgo.

Desde entonces, entre los invitados de honor del baile han figurado personas famosas como las actrices Catherine Deneuve, Ornella Muti o Gina Lollobrigida.

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