Predicadores extremistas procedentes de Jordania, Egipto, Kuwait, Arabia Saudí y Bélgica se trasladen ex profeso a España para dirigir esas jornadas, a las que suelen asistir entre 2.000 y 3.000 fieles
La matanza del 11-M en Madrid fue sólo un aviso. Y de aquella masacre quedó claro, entre otras cosas, que los asesinos, que vivían ‘nomarlmente’ en España y se benefician hasta de sus sistema de seguridad social y sus becas escolares, se artícularon en torno a una mezquita, situada en el barrio madrileño de Tetuán.
No es un caso aislado. Los expertos advierten de que el 10 por ciento de las casi mil abiertas en España lanzan los viernes, día de oración, mensajes que podrían considerarse como enaltecimientos de la «yihad».
Los imanes que convocan a la yihad suelen ser extranjeros, en bastantes casos formados en Arabia Saudita; algunos ni siquiera hablan el idioma del país que los acoge.
Su audiencia está compuesta principalmente de jóvenes musulmanes, inmigrantes de segunda generación, que se concentran en barrios obreros.
Vulnerables al paro y desencantados con Occidente, son sensibles a proclamas extremistas. Las autoridades temen que esas mezquitas o simples centros de reunión sean viveros de terroristas.
Las autoridades están persuadidas de que el islamismo radical que se extiende en Europa es, en su mayor parte, importado.
Los imanes que lo traen pertenecen a corrientes radicales del islam (wahabismo, salafismo…) y no se pueden considerar inmigrantes comunes llegados en busca de trabajo.
Revelan J. Pagola y D. Martínez en ABC que durante 2010 España ha sido escenario de diez congresos salafistas, una de las corrientes más extremas del islam y a la que pertenecían varios de los autores del 11-M.
Este incremento, frente a un único congreso celebrado en 2008, inquieta a los especialistas en la lucha contra el terrorismo internacional porque revela que en nuestro país se está ejecutando el llamamiento que hace dos años lanzó Al Qaeda de que era el momento de dar prioridad a la «yihad ideológica» y mantener la «armada» para casos puntuales.
En esta nueva ofensiva para conseguir el «califato universal» mediante la captación de «voluntades» a través de la ideología, también juegan un papel crucial las mezquitas, aunque no todas.
Los expertos advierten de que el 10 por ciento de las casi mil abiertas en España lanzan los viernes, día de oración, mensajes que podrían considerarse como enaltecimientos de la «yihad».
El porcentaje lo estiman «muy preocupante». Y a ello añaden la cifra de entre 70 ó 80 imanes, de origen marroquí y argelino, «fichados» por su discurso radical.
Desde Cataluña, el salafismo -confesión de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), grupo autor del secuestro de los tres cooperantes españoles- se ha ido extendiendo a otras zonas. Así, por el valle del Ebro ha llegado hasta el País Vasco y por el sur ha alcanzado el Corredor del Henares, entre Madrid y Guadalajara.
De los últimos congresos, el que más preocupa es el celebrado el pasado junio en Guadalajara. Sorprendió la elección de esta provincia por su lejanía de Cataluña, lo que, en opinión de los especialistas, es un elemento que da idea del grado de implantación del salafismo dentro de nuestras fronteras.
Además, el imán que controla esa comunidad musulmana predica una radicalidad similar a la del de Lérida.
En su «totalitarismo islamista», Abdelwahab Houzi no solo ha llegado a pedir por los mujahidines y criticar la participación de EEUU y Europa en Irak o Afganistán, sino que hasta ha creado una «policía religiosa» encargada de amonestar, e incluso agredir, a los que, en su opinión, no cumplen con la ley islámica.
Varios son los casos de mujeres que han sido hostigadas por no llevar el velo o incluso por ir maquilladas. Integrada por unos seis miembros, Houzi quiere exportar su «policía» a otros municipios.