Francia conocerá en enero nuevas medidas contra la crisis, anunció hoy el presidente, Nicolas Sarkozy, quien excluyó más recortes del gasto y echó la culpa a los mercados y a las agencias de calificación de riesgo de una situación que calificó de «grave».
Las nuevas medidas se conocerán después de la cumbre convocada para el 18 de enero con representantes económicos y sociales y Sarkozy aseguró que las decisiones del Gobierno, que no precisó, serán «importantes, porque los retos son cruciales».
Sin despejar aún la incógnita de si se presentará a la reelección en los comicios presidenciales de 2012 -aunque casi nadie en Francia duda que será candidato- Sarkozy, en un mensaje institucional desde el Palacio del Elíseo, aseguró que cumplirá con sus «obligaciones» hasta el final de su quinquenio como jefe de Estado.
«La crisis es grave, las circunstancias son excepcionales, las decisiones tienen que estar a la altura de esa gravedad. Es un deber del que no me abstendré», declaró el presidente.
«Esta crisis, que culmina treinta años de desórdenes planetarios en la economía, en el comercio, las finanzas, la moneda… esta crisis inaudita, sin duda la más grave desde la II Guerra Mundial, no ha terminado», reconoció Sarkozy.
No obstante, agregó que «hay razones para la esperanza» y llamó a los franceses a tener confianza en el futuro.
Sarkozy dedicó especial atención a los parados y a los franceses en peor situación económica e hizo un llamamiento a todos los representantes sociales y económicos a favor del mantenimiento del empleo, al tiempo que aludió a que no se puede aceptar la competencia procedente de países con menores niveles de protección de los trabajadores.
El presidente dijo a los franceses que el país ha sabido «aguantar» las consecuencias de la crisis financiera y económica internacional pero les aseguró que no deberán pagar por estas quienes no han tenido culpa de su origen.
Y por eso insistió en que los mercados y las agencias de calificación de riesgo de la deuda soberana no podrán dictarle a Francia su política, precisamente cuando se espera una próxima rebaja de la nota gala, adelantada desde hace semanas pero que París teme por las consecuencias que puede tener para su prestigio y para la aplicación de los planes de ajuste ya anunciados por el Gobierno.
Alertó a sus conciudadanos de que la crisis ya se ha llevado por delante a varios países de la Unión Europea -citó a Irlanda, Grecia y Portugal- así como ha amenazado a otros «más fuertes, como España e Italia» y que por eso es necesario aplicar medidas que eviten el contagio.
También les dijo a los franceses que no deben esperar pasivamente la ayuda del Estado -aludió a que los trabajadores en paro deberán asumir nuevas capacidades y aprender otras formas de trabajo para no depender exclusiva e indefinidamente de los apoyos públicos- y advirtió que la protección social «no deberá descansar únicamente sobre el trabajo, tan fácilmente deslocalizable».
«Hay que reducir la presión sobre el trabajo y hacer que contribuyan financieramente las importaciones que compiten con nuestros productos con mano de obra barata», explicó el presidente.
Otro de los elementos estratégicos de salida de la crisis, según el presidente, descansará en lo que denominó «desrregulación de las finanzas», es decir, hacer que los sectores financieros culpables de la crisis participen en «la reparación de los daños que han causado».
«Es una cuestión de eficacia, es una cuestión moral. La tasa sobre las transacciones financieras tiene que aplicarse», aseguró el presidente.
Las palabras de Sarkozy se conocen el mismo día en que, a punto de conmemorarse el décimo aniversario de la entrada en circulación del euro, la mitad de los franceses, según un sondeo cuyos detalles publicará mañana el «Journal du dimanche», se lamentan de la moneda única europea.
En concreto, el 50 % de los encuestados estiman en ese sondeo que el euro ha sido «más bien algo malo», a pesar de que dos tercios consideran que no sería conveniente abandonar el euro y volver a tener como moneda propia el franco francés.