No es la Merkel, no simplifiquemos

Londres resiste, Europa se rinde, Berlín asedia: ¡es la guerra del euro!

¿Tercera guerra mundial en paz?

Es la inercia histórica colectiva de unas tribus en cuyos discos duros genéticos ha quedado archivada la gesta de la caída del indestructible Imperio Romano

La City de Londres, ese Wall Street de esta otra orilla del Atlántico, es una de las pocas industrias británicas que proporciona alguna alegría en el persistente «puré de guisantes» que se ha instalado en la economía del Reino Unido.

Algunos expertos aseguran que se ha convertido en la viga maestra de un PIB sometido a una rigurosa dieta de adelgazamiento. Que es rica en proteínas, en vitaminas y se ha especializado en exportar el colesterol financiero al viejo continente. Es el mismo continente, con todo su contenido humano, cultural, emocional y geográfico, que usaron los súbditos de su Graciosa Majestad como extenso y desolado Waterloo para eliminar al III Reich de la faz de la tierra.

El problema, ahora, seis décadas después de que se apagasen «los claros sollozos de los violines de otoño» de Verlaine, es que sus expertos ingenieros financieros han decidido utilizar a los estados europeos, sus viejos aliados, como contenedores de basura. Su Libra hace la guerra por su cuenta, camina haciendo equilibrios malabares por la cuerda floja de su mercado interior, personal e intransferible, y permanece agazapada mientras los cañones de los mercados se ceban con la eurozona.

Tercera guerra mundial en paz

De nuevo Londres contra Berlín. De nuevo una tercera guerra mundial con las sofisticadas armas de la «prima de riesgo», de las agencias calificadoras, de estados «ocupados» (ahora los llaman rescatados) y de países como España, como Portugal, que ni siquiera pueden declararse neutrales. Así son las nuevas guerras.

Así ha nacido, se desarrolla y crece un IV Reich que ha aprendido de sus viejos errores, y ha convertido en guetos y campos de concentración a los propios Estados, con gastos a cargo de sus propios y anémicos presupuestos, con sus gobiernos desarrollando la ingrata labor de la SS y la Gestapo y con una idea consciente o subconsciente del exterminio indiscriminado de las razas inferiores.

Rajoy, Passos Coelho, Monti, dirigentes de esos, sólo son réplicas del General Pétain que todavía no han comprendido que Madrid, Lisboa, Roma son nuevos y conmovedores Vichys. Hollande está montando la nueva resistencia francesa, pero por las calles de París se pasea la economía invasora teutónica y en sus emblemáticos edificios ondean las banderas del control del déficit. Es hilo conductor de la nueva edición virtual de «Mein Kampf» que hace furor en Alemania:

«Que esos tipos que no son de raza aria, que no le dan un palo al agua, que mienten, que trapichean, que se pasan la vida tendidos al sol, ahorren, devuelvan sus deudas, se vayan al paro, se suiciden, agoten las pastillas contra la depresión, con tal de que en el futuro podamos asegurar que podrán pagar todo lo que les exportamos»

¡Es la economía, estúpido!

No es la Merkel, no simplifiquemos. Es la inercia histórica colectiva de unas tribus en cuyos discos duros genéticos ha quedado archivada la gesta de la caída del indestructible Imperio Romano. Un sur de Europa embelesado, que consume su historia persiguiendo su próximo Renacimiento, se queda paralizado cada vez que le azota una nueva oleada de invasiones bárbaras: a espada y cuchillo, a tanques y granadas de mano, a euros y armas químicas financieras.

¡Estamos en guerra!, por mucho que los gobernantes mediterráneos quieran tener la fiesta en paz, al frente de unos Estados cuyos habitantes ni están para fiestas, ni están precisamente en paz.

Estamos siendo víctimas de una nueva y sofisticada invasión germánica, y los gobiernos y las oposiciones del sur europeo siguen practicando el inútil vudú a los mercados, el cuerpo a cuerpo contra la prima de riesgo, las medidas antídoto contra las agencias de calificación y las llamadas de auxilio al gobierno títere y la gobernanza de cartón piedra de Bruselas.

Sigue siendo «la economía, estúpido», aquel grito de guerra que le permitió a Clinton convertirse en inquilino de la casa Blanca. Pero no la economía de paz cotidiana de la Bolsa, de la dichosa «prima», del déficit, de la deuda, de los recortes, de las reformas, como estrategia de distracción a las impotentes potencias europeas. Es la economía de guerra a medio y largo plazo de Alemania, cuya exportación total supone la tercera parte de su PIB. Es el asedio y el desgaste implacable a los países europeos a los que Berlín coloca el 63% de su exportación que, hace apenas tres años, alcanzaba la astronómica cifra de 1 billón 121.000 millones de dólares.

El cíclope alemán y los incautos Ulises

Lo que está ocurriendo en la Europa mediterránea y extendiéndose a países calvinistas, se parece a la fábula del Cíclope y la tripulación de Ulises: Alemania quiere que los ciudadanos y los Estados vuelvan a engordar, sanear sus cuentas, disminuir sus deudas, para asegurar que todo ese ganado humano vuelva a consumir, por los siglos de los siglos, productos «made in Germany»

Mientras tanto, en la City de Londres no van ganando la guerra, pero tampoco la están perdiendo. Obtienen ganancias de pescadores en las aguas revueltas del continente, manejan la Libra como cañones antiaéreos contra los V-2 del euro y siempre tienen al amigo americano como su eterno primo de Zumosol.

Los sesudos gurús económicos, los reciclados analistas políticos, los De Guindos, los tertulianos que andan por la mitad del Samuelson, los feligreses del Krugminismo, los voluntariosos indignados, los cavernícolas, los salva-patrias, los Gabilondos y los «intereconomistas» diezmados, podrán decir lo que quieran. Pero si esto no es la tercera guerra mundial, con armas secretas de última generación, es muy difícil explicar la descomunal lista de bajas de muertos vivientes.

 

La selección de las mejores marcas de termómetros

TERMÓMETROS CLÍNICOS

Aquí encontrarás la oferta actualizada de estos dispositivos de salud

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

Lo más leído