Monti, ex comisario europeo de Competencia, tras trece meses de medidas de austeridad aplaudidas por Bruselas, no pasa del cuarto puesto y queda por debajo de las expectativas
La coalición de centroizquierda de Pier Luigi Bersani que se impuso ayer en la Cámara de Diputados ha conseguido también ser la fuerza mayoritaria en el Senado con 120 escaños, por delante de los 117 conseguidos por el centroderecha de Silvio Berlusconi, según los resultados definitivos de las elecciones italianas.
La escasa diferencia entre ambos bandos no permite, sin embargo, solucionar el problema de ingobernabilidad al que se ve abocada Italia tras los comicios.
Un Senado dividido, un Congreso para el centro-izquierda de Pier Luigi Bersani y casi nada para Mario Monti. Ese es el resultado que dibujan los resultados de las elecciones italianas, celebradas este domingo y lunes.
Después de 15 meses de Gobierno técnico y de dos meses de campaña electoral, los italianos no se acaban de poner de acuerdo sobre su futuro.
El centroizquierda de Pier Luigi Bersani ganó por los pelos en la Cámara de Diputados —y por tanto obtuvo el premio de mayoría que le adjudica el 55% de los 630 escaños—, pero perdió en el Senado.
Aunque Bersani obtuvo más votos, la complicada ley electoral —que bonifica a los vencedores de cada una de las 20 regiones— situó 13 escaños por delante a la coalición de Silvio Berlusconi y la Liga Norte.
Las únicas certezas de la jornada fueron los buenos resultados logrados por el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y el batacazo electoral, sin paliativos, de Mario Monti (10.5%).
Italia entra en una peligrosa etapa de ingobernabilidad.
Aunque Berlusconi no ha logrado mayoría absoluta en esta Cámara, tiene más escaños que la coalición de Bersani y, por tanto, podrá bloquear todas sus iniciativas, ya que en Italia las leyes requieren la aprobación del Senado.
Este escenario hace posible una nueva convocatoria de elecciones a corto plazo si no se produce un pacto de gobernabilidad entre la coalición de Bersani, que en teoría debería encabezar el nuevo Gobierno, y la de Berlusconi, que vuelve a ser un personaje decisivo en la política italiana.
Los partidos que le apoyaban han obtenido un 28% de los votos, lo que demuestra que hay un sector irreductible de la sociedad que sigue pensando que Il Cavaliere es la mejor opción a pesar de su desprestigio internacional y de los escándalos personales que ha protagonizado.
Berlusconi hizo una campaña muy agresiva en los medios de televisión que controla, con frecuentes diatribas hacia Angela Merkel y con la promesa de la inmediata devolución del impuesto sobre bienes inmuebles a todos los contribuyentes si lograba formar gobierno. Ha estado muy cerca.
Pero el gran triunfador de los comicios ha sido Beppe Grillo, con un discurso antisistema, centrado en la denigración de los partidos y la clase dirigente.
Con una campaña basada en las redes sociales y en los mítines por toda la geografía italiana, ha conseguido unos resultados excelentes, que le permiten ser el árbitro de la mayoría en el Senado.
Grillo y Berlusconi han cosechado más del 50% de los votos de los italianos, lo que demuestra la profunda crisis del actual modelo político y el rechazo de los ciudadanos a las políticas de ajuste de Mario Monti, que sufrió un duro castigo electoral, ya que los tres partidos que lo respaldaban sólo llegaron a un pobre 10%.
Los resultados de este 25 de febrero de 2013 tendrán una incidencia muy negativa para la estabilidad de la UE y, concretamente, para España, que saldrá perjudicada si Italia entra en una fase de ingobernabilidad.
Pero también abren la oportunidad al Gobierno de Rajoy de presentar a nuestro país como un socio serio y fiable en contraposición a una Italia en la que soplan con fuerza los vientos antieuropeístas.